Foto: aciprensa.com
Este domingo, 18 de noviembre, se celebró la II Jornada Mundial de los Pobres. Ante aproximadamente 6.000 personas, el Papa Francisco, presidio la Sagrada Eucaristía en la Basílica de San Pedro en Roma.
El Papa afirmó que “el grito de los pobres se hace cada día más fuerte, y cada día menos escuchado”. Reflexionó además en el Evangelio de Marcos para este día: “el cielo y la tierra pasarán –dice Jesús– pero su palabra no pasará. El verdadero punto crucial es este. Ese día cada uno de nosotros deberá ver si la Palabra del Hijo de Dios ha iluminado la propia existencia personal o si ha dado la espalda prefiriendo confiar en las propias palabras”.
Añadió el Santo Padre, que “el verdadero punto crucial es este. Ese día cada uno de nosotros deberá ver si la Palabra del Hijo de Dios ha iluminado la propia existencia personal o si ha dado la espalda prefiriendo confiar en las propias palabras”.
Después de la Eucaristía y el rezo del Ángelus, la cita fue en el Aula Pablo VI en el Vaticano, donde se reunió con 1.500 pobres, a quienes invitó a almorzar. Las palabras de bienvenida del Papa a este compartir fueron: “Agradecemos a los que han traído el almuerzo, a quienes lo servirán. Agradecemos a todos los que estamos aquí. Que Dios bendiga a cada uno de nosotros, nuestros corazones, nuestras intenciones y nos ayude a seguir adelante. ¡Buen almuerzo!”.
El Papa también hizo énfasis en otras iniciativas de oración y de compartir que se promueven hoy día en las diócesis de todo el mundo, para expresar la cercanía de la comunidad cristiana a cuantos viven en condiciones de pobreza. Así mismo, la Diócesis de Cúcuta, refleja esta misión a través de la Casa de Paso ‘Divina Providencia’.
El almuerzo de la II Jornada Mundial de los Pobres, fue servido por un chef del hotel Hilton de Roma y por unos 70 voluntarios que laboran en las parroquias de la Ciudad Eterna. El menú fue lasaña, un plato de pollo con puré de papas y como postre, tiramisú. Animaron el almuerzo los jóvenes de la banda del Santuario de Pompeya.
Al final del almuerzo el Pastificio Rummo entregó a los presentes y a las asociaciones más de 1.500 bolsas conteniendo cada una un kilo de pasta.