Imagen: Centro de Comunicaciones Diócesis de Cúcuta
El origen del cuadro de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, tuvo lugar, por una petición que realizó en el año 1560, Antonio de Santana, un hombre de la realeza española, que tenía por misión, organizar y regir el destino socio-político de la región Suta en el valle de Sequencipá (Boyacá). El español, pidió al fraile dominico Andrés Jadraque, le pintara una imagen de la Vírgen María para ponerla en la capilla de este lugar. Después de realizado el encargo, habiendo quedado espacio en el cuadro pintado a lado y lado de la imagen de la Virgen María, decidió pintar también en el cuadro a San Antonio de Padua, por el nombre de quien le había mandado pintar el cuadro, y a San Andrés, nombre del mismo fraile pintor.
Tiempo después, cuando los frailes dominicos entregan esa región para ser pastoreada por el clero secular, la capilla y la imagen sufren un descuido, decayendo el culto y la imagen quedó abandonada. Con el tiempo la capilla se deterioró, por ende, las goteras y el sol dañaron la imagen.
Después de haber estado de un lado para otro, expuesto al sol y al agua, el cuadro termina en manos de María Ramos quien vivía en la misma casa que la viuda de Antonio de Santana y descubriendo la imagen de la Virgen María, lo limpió, lo recuperó y empezó a orarle permanentemente, pidiéndole pudiera mostrarse más en la pintura.
El viernes 26 de diciembre de 1586 a las nueve de la mañana, después de haber estado la devota más de dos horas en oración, se levantó de su asiento para salir de la capilla. En aquel instante pasaba por allí una india que venía de Muzo, llamada Isabel, con un niño llamado Miguel, de unos cuatro o cinco años. Al pasar frente a la puerta de la capilla dijo el niño a la mujer que lo llevaba: “¡Mire, mire! Miró la mujer hacia la capilla y vio que la imagen de Nuestra Señora estaba en el suelo, de pie, y despedía de sí una luz que llenaba de claridad toda la capilla. Llena de asombro dijo en alta voz a María Ramos, que iba saliendo del oratorio: “Mire, mire, Señora, que la Madre de Dios se ha bajado de su sitio, está en vuestro asiento y parece que se está quemando”. Miró María Ramos y admirada de ver tan estupendo prodigio, llena de asombro se dirigió llorando hacia el altar, se arrojó a los pies de la sagrada Imagen; con mucho temor puso los ojos en ella y vio cumplidos sus deseos. El gran milagro había sucedido, el cuadro se había renovado.
Después de constatar el hecho de manera jurídica, con jueces y testimonios, según la costumbre de la época, se crea la doctrina de Chiquinquirá y se construye el primer templo.
Hacia el año 1633, el cuadro recibe la visita del Arzobispo Bernardino Almansa, quien se entristece por encontrar la Sagrada Imagen muy descuidada. El 19 de septiembre de este mismo año, ordenó por Decreto que el templo de la Virgen de Chiquinquirá con su servicio se entregue a una comunidad religiosa para que se engrandezca el culto en el Santuario. Esta comunidad resulta siendo los frailes dominicos quienes se convierten en los guardianes del santuario.
En el año de 1760 con el traslado de los indios, cesó la Doctrina y el Arzobispo Araús erigió la Parroquia bajo el título y patrocinio de Ntra. Sra. de Chiquinquirá, como estaba en la Doctrina desde 1588. Hacia 1821, el 2 de enero, Simón Bolívar visita el Santuario, en agradecimiento por la ayuda recibida en 1815 para el sostenimiento de sus tropas. En 1827 volvió y permaneció del 6 al 8 de septiembre. En 1928, junio 20, vino por última vez y postrado de rodillas ante la sagrada imagen de María, oró por largo rato.
EL 24 de diciembre de 1908 es consagrado el altar de mármol, de 12 metros de alto, de orden corintio, levantado sobre ocho columnas; coronado por tres ángeles tamaño natural. En la bóveda van siete figuras en relieve, simbólicas de los siete sacramentos y un arabesco central. Al frente en la parte alta del Camarín aparece el Monograma de María.
Después de haber realizado la petición a la Santa Sede en el año 1910, el 9 de enero, se inicia una peregrinación con una copia del cuadro por toda Colombia para pedir por todos los colombianos y asimismo, para que todos conocieran el cuadro, la imagen de la Virgen María que sería la protectora e intercesora de Colombia.
El gran día de la coronación llega el 9 de julio de 1919. En la ceremonia estuvieron presentes el Excelentísimo Señor Nuncio Apostólico Don Enrique Gasparri, varios Obispos y el señor Presidente de la República, Marco Fidel Suárez. Después de haber sido puesta la corona sobre la imagen de la Virgen María y el Niño Jesús en el cuadro, el obispo de Tunja, Eduardo Maldonado, afirmó: “Así como hoy os coronamos en la tierra, así merezcamos ser coronados en el Cielo”. “Yo… pido humilde y respetuosamente a los Arzobispos y Obispos aquí congregados, que así como la República fue consagrada al Sacratísimo Corazón de Jesús, de la misma manera, se consagra solemne y públicamente, por voto nacional, a la Santísima Virgen, Reina de Colombia”.
Datos históricos sobre la veracidad del cuadro
– El 9 de abril de 1986, por orden del Presidente de la República, Belisario Betancur, un grupo de expertos le hizo un examen radiológico al lienzo, para constatar su autenticidad y antigüedad. La Imagen fue llevada a media noche al hospital donde le tomaron varias radiografías y fotografías especiales. Hecho el examen la Imagen vuelve a la basílica a las 4:30 a.m. escoltada por tropas del Batallón Sucre.
– El 30 de mayo de 1986, la Dra. María Cecilia Álvarez White entregó el resultado del examen hecho a la Imagen, el cual reveló: “que la pintura corresponde a 1562; que la Imagen presenta señales claras de que por ella corrió agua de las goteras que se presentaron en la capilla de Suta; que la pintura nunca ha sido retocada; que ésta es de regular calidad y que para pintarla utilizaron materiales de la época; que el lienzo está muy deteriorado y que la Imagen de María está muy borrosa debido al agua que corrió por ésta; que el alumbrado eléctrico ha causado daños en la pintura, que la conservación del cuadro es realmente prodigiosa”.