Como Diócesis estamos ayudando a un gran número de personas, estamos repartiendo 550 complementos alimentarios de 20 kilogramos y estamos distribuyendo más de 2 mil ayudas a personas que reciben, gracias a una colaboración del Programa Mundial de Alimentos, bonos de 39 mil pesos”, agregó el obispo al enfatizar que “es una frontera que realmente existe y hay que respetarla pero las personas de un lado y otro de la frontera son las mismas: mamás, hermanos, compañeros, familiares, viven de uno y otro lado, entonces es una situación bien compleja de familia que hay que fortalecer y ayudarles a ellos para que encuentren su camino y horizonte (…) Hay que ayudarlos y quererlos”.
El Cardenal de Colombia y Arzobispo de Bogotá, Monseñor Rubén Salazar Gómez, también se pronunció sobre el paso de venezolanos a territorio colombiano y su acogida: “Felicito y agradezco a los colombianos que, como buenos samaritanos, ejercen la solidaridad con nuestros hermanos venezolanos”, expresó el Purpurado, en su cuenta de Twitter.
Desde el cierre de la frontera el 19 de agosto del 2015 y la deportación masiva de ciudadanos colombianos de territorio venezolano, la acción de la Iglesia ha sido de acogida y ayuda para los connacionales y venezolanos, siendo la primera institución en brindar ayuda humanitaria, acompañamiento psicosocial, pastoral y espiritual.
Venezolanos y habitantes de la zona de frontera se encuentran a la espera de una inmediata solución. Se ha proyectado para el 4 de agosto el encuentro de cancilleres de los dos países y en la gobernación de Norte de Santander avanzan las mesas de trabajo frente al tema de reapertura, seguridad en la frontera, educación y salud.