Foto: infovaticana.com
El mundo entero vivió un momento histórico al recibir de manera extraordinaria la bendición ‘Urbi et Orbi’ (a la ciudad y el mundo) por parte del Papa Francisco.
La pandemia del Covid-19 ha matado a miles de personas en diferentes países, por lo que este viernes 27 de marzo, a las 12:00 m. hora Colombia (6:00 p.m. en Roma), Su Santidad presidió una meditación y oración en el Vaticano, con la Plaza de San Pedro vacía, pero dirigiéndose al mundo entero, gracias a los medios de comunicación que transmitieron el histórico hecho.
De acuerdo al Evangelio del día (Mc 4, 35), el Papa resaltó que “nos encontramos asustados y perdidos. Al igual que a los discípulos del Evangelio, nos sorprendió una tormenta inesperada y furiosa. Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente”.
“En esta barca estamos todos”, expresó el Papa y asegura que en medio de esta tempestad, se “desenmascara nuestra vulnerabilidad y deja al descubierto esas falsas y superfluas seguridades con las que habíamos construido nuestras agendas, nuestros proyectos, rutinas y prioridades”. Y como en el Evangelio, pregunta: “¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?”. Pues bien, todo radica en que “no nos hemos detenido ante tus llamadas (del Señor), no nos hemos despertado ante guerras e injusticias del mundo, no hemos escuchado el grito de los pobres y de nuestro planeta gravemente enfermo. Hemos continuado imperturbables, pensando en mantenernos siempre sanos en un mundo enfermo”.
Este difícil momento que atraviesa la humanidad, es para el Sumo Pontífice “una llamada a la fe”, una fe que no sólo se trata de creer en que Dios existe, sino hay que ir hacia Él y confiar. En su oración, el Papa le confirma al Señor: “En esta Cuaresma resuena tu llamada urgente: Convertíos, «volved a mí de todo corazón» (…) Nos llamas a tomar este tiempo de prueba como un momento de elección. No es el momento de tu juicio, sino de nuestro juicio: el tiempo para elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa, para separar lo que es necesario de lo que no lo es. Es el tiempo de restablecer el rumbo de la vida hacia ti, Señor, y hacia los demás”.
Con el Santísimo Sacramento, el Papa Francisco bendijo a cada enfermo de Coronavirus, a quienes los atienden y a todas las personas que unieron en oración, creyentes de la fe Católica y no creyentes. Además les otorgó la posibilidad de obtener la indulgencia plenaria.
En el evento estuvieron el icono mariano de la ‘Salus Populi Romani’ (Salud del pueblo romano) de la Basílica Santa María la Mayor, y ante quien se presenta cuando va a realizar algún viaje Apostólico; y el Cristo milagroso de San Marcelo, ante el que también rezó pidiendo el fin de la pandemia.
El Sumo Pontífice finalizó pidiendo: “Señor, bendice al mundo, da salud a los cuerpos y consuela los corazones (…) Nos pides que no sintamos temor, pero nuestra fe es débil y tenemos miedo”.