Foto: vaticannews.va
Desde la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco dio a todos los fieles como es habitual, la catequesis de la Audiencia General, desenlazando aún el libro de los Hechos de los Apóstoles en donde San Pablo evangeliza en Macedonia (Hch 16).
“El Espíritu Santo es el protagonista de la misión de la Iglesia: es Él quien guía el camino de los evangelizadores mostrando los caminos a seguir”, y resaltó que esa persona de la Santísima Trinidad debe ser aquel inspirador y dador de gracia por los senderos de la Palabra.
“El pueblo de Macedonia del Norte está muy orgulloso de haber llamado a Pablo para que anunciara a Jesucristo. Recuerdo mucho a este hermoso pueblo que me acogió con tanto afecto, que conserven esta fe que Paolo les predicó”, mencionó el Sumo Pontífice al recordar su visita a aquel lugar en mayo de este año.
En Macedonia destacó tres hechos bíblicos importantes: Evangelización y bautismo de Lida, el arresto de San Pablo junto a Sila tras exorcizar una esclava, y el bautismo del carcelero.
“Esta apertura del corazón testimonia la eficacia de la predicación apostólica y es consecuencia del ‘toque’ delicado pero incisivo del Espíritu quien obra junto y a través del evangelizador. Una vez que el corazón está abierto, la persona puede dar hospitalidad a Cristo y a los otros”, destacó el Papa quien dijo que este hecho es “un testimonio del desembarco del cristianismo en Europa: el comienzo de un proceso de inculturación que continúa hasta hoy”, explicó el Papa.
Al estar Pablo y Sila en arresto ocurrió un fuerte terremoto donde se abrieron las puertas de la cárcel y se soltaron las cadenas; el carcelero al ver que se podían escapar sacó la espada e iba a suicidarse, pero Pablo le dice: “no te hagas ningún mal, que estamos todos aquí” (Hch16, 28). Desde ese momento le pide aquel discípulo de Jesús que le ayude a encontrar la salvación.
Tras este texto bíblico, Francisco expresa que “así el Espíritu Santo está haciendo la misión, desde el inicio, desde Pentecostés hasta después. Él es el protagonista de la misión, y nos lleva hacia adelante. Es necesario ser fiel a la vocación que el Espíritu nos mueve a hacer, para llevar el Evangelio”.
“Pidamos hoy también nosotros al Espíritu Santo un corazón abierto, sensible a Dios y acogedor hacia los hermanos, como el de Lidia, una fe audaz, como la de Pablo y Silas, y también una apertura de corazón, como la del carcelero que se dejó tocar por el Espíritu Santo”, finalizó su Santidad.