Foto: Centro de Comunicaciones Diócesis de Cúcuta
El Obispo de la Diócesis de San Cristóbal, Venezuela, Mario del Valle Moronta, declaró recientemente que el “Estado no ha hecho nada” ante el drama de violencia que vive su país y la crisis se acrecienta.
Para Monseñor Moronta ha sido un milagro, todo el trabajo que realiza la Diócesis de Cúcuta, sacerdotes colombianos y venezolanos, laicos en esta zona de frontera, que han mitigado las necesidades del pueblo venezolano en condición de migrantes o refugiados. “Cuando uno habla de los milagros, muchas veces uno piensa que son milagros que transforman la salud de alguna persona, y cuando uno ve el trabajo que está realizando el Obispo de Cúcuta (Monseñor Víctor Manuel Ochoa Cadavid), uno dice que verdaderamente existe el milagro, el milagro de la presencia de un Dios que salva”, expresa Monseñor.
La situación en la frontera desbordó los límites, la población extranjera en Colombia va en aumento, afirma el Obispo de San Cristóbal que “ciertamente estamos sobrepasados, porque cada día hay más migrantes, y cada día los migrantes van trayendo dificultades propias de la situación que se ha creado. Aun cuando estamos sobrepasados contamos con la ayuda de Dios y la ayuda de Dios se manifiesta de distintas maneras: en el entusiasmo de muchos voluntarios, de muchos laicos. En la dedicación de nuestros sacerdotes tanto del lado colombiano como del lado venezolano, y la fraternidad que pienso que ha ido creciendo entre la diócesis de Cúcuta y San Cristóbal y otras diócesis también hermanas de Colombia y de Venezuela”.
Monseñor aclara que el tránsito de venezolanos por carreteras internacionales no pertenece a una situación pasajera, sino a un verdadero momento de crisis, que además, puede agravar la convivencia social, por eso pide, que estos caminantes sean atendidos “con la dignidad de hijos de Dios”.
Otra realidad mencionada por el prelado, es la violencia que azota la frontera a manos de grupos armados al margen de la ley, y que algunos de estos, ya operan en toda Venezuela. “2.219 kilómetros abarca la frontera entre Colombia y Venezuela. Una tierra de nadie, en cierto sentido, en donde han echado raíces a lo largo de los años grupos irregulares de la guerrilla, paramilitares y ahora también colectivos. Estos últimos, actúan no sólo en la frontera sino en toda Venezuela, amparados y defendidos por entes gubernamentales”. Ante la zozobra e inseguridad con la que viven los venezolanos, se les suma –asegura Monseñor- el abandono de las Fuerza Armada Nacional, que no pareciera estar al servicio del pueblo.
Moronta, Vicepresidente de la Conferencia Episcopal Venezolana, dice: “nos sentimos indefensos ante el mundo”, ya que a partir de la crisis económica, política y social, se desprenden otros dramas: mafias, narcotráfico y trata de personas.
“Estamos viviendo un momento duro, pero dicho en términos de la Iglesia, son momentos en que así como abunda el pecado, sobreabunda la gracia; y en estos momentos de dificultad, de problemas, sobreabunda junto con la gracia de Dios y la fuerza del Espíritu Santo que nos acompaña, la decisión de hombres y mujeres, laicos, sacerdotes que están trabajando en beneficio de los que más sufren”. Monseñor agradece la labor de la Iglesia católica a través de las “Cáritas, pastorales sociales, comunidades eclesiales, que con su presencia en zonas vulnerables, hacen que la gente se sienta acompañada”.