Carismático y convencido de que la evangelización se debe valer de todos los medios, el obispo de Socorro y San Gil, Monseñor Carlos Germán Mesa, hizo parte de la nómina del equipo diocesano de la Iglesia Particular que pastorea.
Con el 10 en su camiseta, lideró y animó a sus sacerdotes durante la quinta versión de la Copa de la Fe, disputada en la frontera colombo-venezolana.
“Es la primera vez que nuestro equipo participa, por supuesto nos tocó un esfuerzo más para conocer a cada uno de los equipos, especialmente, los del grupo Grupo E, y así entablar las tácticas y toda la disposición que hay que tener para vencer, porque en el deporte hay que ganar, es la filosofía del deporte dentro de todos los valores que humanamente se puede tener en cuenta. Se trata de un combate pacífico como lo llamaba Su Santidad San Juan Pablo II”, afirmó el obispo en el entretiempo de uno de los partidos disputados durante el torneo.
Sobre el campeonato, el prelado destacó que “es nuestra misión la evangelización y hay que evangelizar a través de todos los medios, a través de la música, la cultura, a través del deporte y eso es lo que estamos haciendo aquí (…) Estamos maravillados de estar en Cúcuta con este calor que no es solamente físico sino también humano, lleno de fraternidad que no tiene fronteras como es el lema de esta Copa de la Fe”.
Sobre el énfasis de solidaridad y fraternidad dado a la Copa de la Fe durante este año, Monseñor Meza destacó la experiencia de compartir fraterno vivida con los migrantes en el Puente Internacional Simón Bolívar y en la Casa de Paso Divina Providencia, donde los más de 600 sacerdotes participantes en el torneo celebraron la sagrada eucaristía y ayudaron, durante una jornada, a la entrega de alimentos a los venezolanos que diariamente transitan la frontera en búsqueda de sustento para sus familias ante la crisis generalizada que se vive en su país.
“Ver entrando 30 mil personas diarias de Venezuela por Colombia para permanecer en ella o para seguir hacia Suramérica por las carreteras, con niños, familias, maletas, enfermos, es una desolación, un problema social muy grande que ha de asumirse también a nivel global, porque así, con pequeñas cosas se ayuda, pero es como un asistencialismo que a la hora de la verdad no llega a las causas de los problemas como este”, advirtió el obispo.
Finalmente, recordó el llamado del Papa Francisco a acoger, integrar, y promover a los migrantes y “nosotros los tenemos aquí muy cerca: Venezuela”.