En un momento histórico en el que la Iglesia entra en una nueva Etapa Evangelizadora, a través de un “estado permanente de misión”, el Sínodo de los Obispos está llamado a convertirse cada vez más en un canal adecuado para la evangelización del mundo de hoy.
Después de recordar cómo la institución fue decidida por el Papa Pablo VI el 15 de septiembre de 1965 y que sigue siendo “uno de los legados más preciosos del Concilio Vaticano II”, el Papa Francisco subraya la “colaboración efectiva” del Sínodo de los Obispos con el Sumo Pontífice en asuntos de mayor importancia, aquellos que “requieren especial ciencia y prudencia para el bien de toda la Iglesia”.
El Vaticano hizo pública hoy la constitución apostólica “Episcopalis communio”, sobre la función y estructura del Sínodo de los Obispos. El documento pontificio está conformado por dos secciones: una doctrinal, compuesta de 10 párrafos, y otra disciplinar, que contiene 27 artículos.
El Santo Padre determinó que el Sínodo de los Obispos se reúne en tres situaciones.
La primera es la Asamblea General Ordinaria, “se tratan asuntos concernientes al bien de la Iglesia universal”. Una segunda ocasión es la Asamblea General Extraordinaria, “los asuntos a tratar, que conciernen al bien de la Iglesia universal, requieren una consideración urgente”. La tercera es la Asamblea especial, en caso de “temas que se refieren principalmente a una o más áreas geográficas específicas”.