Hoy en la Catequesis de la Audiencia General de cada miércoles, el Papa Francisco inició un nuevo ciclo, esta vez sobre los Mandamientos de la ley de Dios.
El plantea la situación de los jóvenes: “cuántos jóvenes intentan “vivir” y en cambio se destruyen persiguiendo cosas efímeras”. El Papa afirma que este impulso por “vivir” es peligroso y expresa que “nuestro peor enemigo no son los problemas concretos, por muy graves y dramáticos que sean: El mayor peligro en la vida es un mal espíritu de adaptación que no es la mansedumbre ni la humildad, sino la mediocridad, la pusilanimidad”.
“Un joven mediocre ¿es un joven con futuro o no? ¡No! Se queda ahí; no crece, no tendrá éxito. La mediocridad o la pusilanimidad”, afirma Francisco y manifiesta que hay que pedir al Padre Celestial para los jóvenes de hoy el don de la inquietud saludable.
“¿Cómo se pasa de la juventud a la madurez?”, dice el Papa que es cuando se empiezan a aceptar las propias limitaciones: “nos volvemos adultos cuando nos relativizamos y tomamos conciencia de lo que falta”. “Este hombre se ve obligado a reconocer que todo lo que puede hacer no supera un techo, no va más allá de un margen”.