En la Audiencia General celebrada este miércoles en la Plaza de San Pedro, en el Vaticano, el Papa Francisco destacó el papel de María en el plan salvífico de Dios: su fidelidad a la voluntad divina y su valentía al aceptar esa voluntad son un ejemplo para todas las madres del mundo. “¡Las madres no traicionan!”, exclamó.
En la reflexión, quiso mirar hacia María “Madre de la Esperanza”.
El Pontífice, destacó la importancia de la virgen en su camino de madre, pero también sus desvelos. “Desde su primera aparición en la historia evangélica, su figura se presenta como si fuera el personaje de un drama”.
En este sentido, destacó que María era una mujer valiente, que sabía confiar, y eso se demostró en su respuesta afirmativa al ángel de la Anunciación. “No fue sencillo responder con un ‘sí’ a la invitación del ángel: pero ella, una mujer todavía en la flor de la juventud, responde con valentía, a pesar de no saber nada del destino que le esperaba”.
María, continuó el Papa, “se nos aparece en ese instante como una de tantas madres de nuestro mundo: valiente hasta el extremo cuando se trata de acoger en el vientre la historia de un nuevo hombre que nace”.
En este “sí” de María, el Pontífice explicó que reside un rasgo que debe caracterizar la vida de todo cristiano: la confianza en Dios. “Aquel ‘sí’ es el primer paso de una larga lista de obediencia que la acompañará en su itinerario de madre”.
“María no es una mujer que se deprima ante las incertidumbres de la vida, especialmente cuando nada parece ir a nuestra manera. Tampoco es una mujer que proteste con violencia, arremetiendo contra el destino de la vida que a menudo revela una cara hostil”.
María es el mejor ejemplo para los cristianos, finalizó el Papa, afirmando: “No somos huérfanos, tenemos una madre en el cielo: la santa Madre de Dios”.