Retomando las palabras del Apóstol Santiago, el Papa Francisco, se refirió en la mañana de hoy, durante su Catequesis de la Audiencia General, al llamado del cristiano a vivir la solidaridad, haciendo énfasis en la Obra de Misericordia: Dar de comer al hambriento y dar de beber al sediento.
“La experiencia del hambre es dura. Lo sabe quién ha vivido periodos de guerra o carestía. Sin embargo esta experiencia se repite cada día y convive junto a la abundancia y al derroche”, señaló el Santo Padre, quien también enfatizó en que si la fe no va acompañada de obras está completamente muerta (2,14-17).
“Son siempre actuales las palabras del Apóstol Santiago: « ¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Acaso esa fe puede salvarlo? ¿De qué sirve si uno de ustedes, al ver a un hermano o una hermana desnudos o sin el alimento necesario, les dice: “Vayan en paz, caliéntense y coman”, y no les da lo que necesitan para su cuerpo?”
Continuando con su intervención, el Papa Francisco recordó que “no puedo delegar a ningún otro. Este pobre necesita de mí, de mi ayuda, de mi palabra, de mi empeño. Estamos todos comprometidos en esto”.
En este sentido, retomando el Evangelio en el cual Jesús, viendo a tanta gente que desde algunas horas lo seguía, dice a sus discípulos: « ¿Dónde compraremos pan para darles de comer?» (Jn 6,5) y, ante la respuesta y preocupación de los discípulos quienes le dicen que “es mejor que los despida”; entonces Jesús les responde: Denles de comer ustedes mismos” (Cfr. Mt 14,16), el Santo Padre destaca “como una lección muy importante para nosotros” esta escena pues, “nos dice que lo poco que tenemos, si lo ponemos en las manos de Jesús y lo compartimos con fe, se convierte en una riqueza superabundante”.