Francisco en el papamóvil en la plaza de San Pedro
En la catequesis de la Audiencia General del miércoles 12 de octubre, el Papa Francisco aseguró que “no basta con tener experiencia de la misericordia de Dios en la propia vida”, sino que se necesita “que quien la recibe se transforme en signo e instrumento para los demás”.
El Santo Padre respondiendo a la pregunta: ¿Cuáles son las obras de misericordia espirituales y corporales? dijo que estas son “los rasgos del rostro de Jesucristo que toma cuidado de sus hermanos más pequeños para llevar a cada uno la ternura y la cercanía de Dios”.
El Papa le reiteró a las presentes que se encontraban en la plaza de San Pedro que para ser instrumentos de la misericordia no se necesitan “esfuerzos sobrehumanos”, solo se debe seguir un camino muy sencillo el cual se construye con “pequeños gestos que tienen un gran valor” y es sobre estos que seremos juzgados.
En su homilía el Sumo Pontífice explicó en qué consistían las Obras de Misericordia corporales y las obras de misericordia espirituales:
“Jesús dice que cada vez que demos de comer a quien tiene hambre y de beber a quien tiene sed, que vistamos a un enfermo o a un encarcelado, se lo hacemos a Él” y “la Iglesia ha llamado a estos gestos ‘Obras de Misericordia Corporales’, porque socorren a las personas en sus necesidades materiales”. Mientras que las ‘Obras de Misericordia Espirituales’ –continuó el Papa- “hacen referencia a las otras exigencias igualmente importantes, sobre todo de hoy, porque tocan lo íntimo de las personas y a menudo hacen sufrir más”.
El Santo Padre recordó el dicho “soportar pacientemente a las personas molestas”, algo que “podría parecer poco importante, que nos hace sonreír, pero que contiene un sentimiento de profunda caridad”. “Y así las otras seis, que está bien recordar. Aconsejar a los dudosos, enseñar a los ignorantes, advertir a los pecadores, consolar a los afligidos, perdonar las ofensas, orar a Dios por los vivos y los muertos”.
El Papa Francisco se refirió, además, a la Iglesia que tiene “un amor preferencial por los más débiles”, es por eso que dio el antídoto para el virus de la indiferencia: Las Obras de Misericordia, que mencionó el Papa: “despiertan en nosotros la exigencia y la capacidad de hacer viva y activa la fe con la caridad”.
Por último, el Obispo de Roma se mostró convencido que “a través de estos sencillos gestos diarios podemos realizar una verdadera revolución cultural, como se hizo en el pasado” recordando a Santa Teresa de Calcuta quien “se inclinaba sobre cada persona que encontraba en medio de la calle para restituirle la dignidad”.
Resumen de Agencias Católicas.
Imagen: Aciprensa