San Jerónimo, una vida ascética e intelectual basada en la Sagrada Escritura

Por: Pbro. Elkin Jesús Ardila Boada, teólogo bíblico, vicario parroquial de San Francisco de Asís.

Foto: tomada de internet

Dei Verbum 11 expresa que “la Sagrada Escritura se define como el conjunto de libros que, escritos bajo la inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios por autor y como tales se le han entregado a la misma Iglesia”. La cual con celo y empeño debe cuidar y anunciar a todas las gentes. «El oficio de interpretar auténticamente la Palabra de Dios escrita o transmitida ha sido confiado únicamente al Magisterio vivo de la Iglesia, cuya autoridad se ejerce en el nombre de Jesucristo. Este Magisterio, evidentemente, no está sobre la Palabra de Dios, sino que la sirve, enseñando solamente lo que le ha sido confiado, por mandato divino y con la asistencia del Espíritu Santo la oye con piedad, la guarda con exactitud y la expone con fidelidad, y de este único depósito de la fe saca todo lo que propone como verdad revelada por Dios que se ha de creer».

Es así como al interno de la Iglesia, muchos han sido los servidores fieles de la Palabra y han permitido con su esfuerzo generoso y su vida recta, que otros pudieran recibir la luz divina para sus pasos. Uno de aquellos personajes que vienen casi automáticamente a la mente cuando se piensa en la historia del estudio de la biblia y en el esmero por darla a conocer es por supuesto san Jerónimo, que de manera especialísima combinó la Palabra de Dios con su propia vida.

“Desconocer las Escrituras es desconocer a Cristo”, es una de lasideas o frases más distinguidasde este santotan representativo entornoal mundo del estudiobíblico y las grandestraducciones. En griegoἱερώνυμος, (hierōnymos),Jerónimo en español, significa nombre sagrado. La vida de este gran erudito de laPalabra, está marcada por su amor a Dios, su carácter, dedicación al estudio de diversas lenguas y sobre todo a su contacto con las Sagradas Escrituras y su vida ascética.

San Jerónimo nace en Estridón en el año 342, estudia latín en Roma y tiene contacto con obras de autores como: Cicerón, Virgilio, Horacio y Tácito, siendo cercano también a obras griegas como las de Homero.

Es recordado sobre todo por la traducción de la biblia del hebreo y del griego al latín, conocida como Vulgata (para el vulgo), aunque no se limitó solo al trabajo de traducción, sino que fundó un círculo de estudio bíblico y guió espiritualmente muchas personalidades de la nobleza romana, inspirándoles a la vida ascética; en los escritos se evidencia una gran pasión por este estilo de vida espiritual, la cual estaba profundamente enraizada en el estudio y la meditación de la biblia. Para él, la lectura de los libros sagrados no era un mero ejercicio intelectual, sino que la veía como un camino de ascesis, es decir, un medio para transformar la vida y acercarse a Dios.

Su vida como estudiante en Roma y posteriormente ser secretario del Papa Damaso, su permanencia en Antioquía y Siria como eremita, su ordenación presbiteral y su estancia en Belén (Palestina) buena parte de su vida como ermitaño, le permitió perfeccionar no solo el conocimiento en la lengua hebrea, griega y latina, sino también vivir auténticamente aquello que encontraba en la divina revelación.

Así las cosas, su obra más importante, “la Vulgata”, por la cual se le recuerda especialmente, fue una tarea dada por el Papa Damaso, quien, sabiendo de las capacidades de san Jerónimo, confió a éste tan grande proyecto, el cual por muchos siglos en la Iglesia ha sido de gran utilidad tanto espiritual como exegéticamente. Su vida podría traducirse en: una fe vivida a través del estudio, la disciplina ascética y la oración.

SAN JERÓNIMO Y EL MODELO ASCÉTICO

La palabra ascéticao ascetismo viene del griego “askesis” σκησις, que hace referencia a “ejercicio” o “disciplina”. La imagen que regularmente se usa para comparar la ascesis es la del atleta que se prepara rigurosamente para alcanzar una meta, bíblicamente Pablo en primera de Corintios 9, 24-27 dice: «¿No saben que en las carreras del estadio todos corren, más uno solo recibe el premio? ¡Corran de manera que lo consigan! Los atletas se privan de todo; y eso ¡por una corona corruptible!; nosotros, en cambio, por una incorruptible. Así pues, yo corro, no como a la ventura; y ejerzo el combate, no como dando golpes en el vacío, sino que golpeo mi cuerpo y lo esclavizo; no sea que, habiendo proclamado a los demás, resulte yo mismo descalificado».

La espiritualidad cristiana sostenida por el ejemplo de Cristo contenido en la Sagrada Escritura y por la experiencia de los santos que por siglos y siglos han caminado verazmente por el sendero de la fe, enseña que en la vida cristiana el hombre debe perfeccionarse para ser más semejante a Dios, pasando por las tres vías: purgativa, iluminativa y unitiva; la ascesis consiste entonces en los esfuerzos del alma que lucha por conseguir la perfección; es la ciencia de los santos, que como fin tiene a Dios mismo y su voluntad.

La ascesis es en definitiva la disciplina espiritual y moral para alcanzar la perfección cristiana, siendo testimonio de esta el mismo san Jerónimo, que, según los testimonios biográficos y sus obras: la vida del santo era la encarnación evidente de aquello que con tanta dedicación había estudiado. Entonces dijo Jesús a sus discípulos: «si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame» (Mt 16, 24).

Ya desde el siglo III – IV el ascetismo tomaba forma, sobre todo con el monacatoy con figuras como san Antonio Abad y san Pacomio quienes, con prácticas de ayuno, oración, limosna y celibato combatían el pecado y daban testimonio de renuncia.

En este contexto, san Jerónimo profundiza el mundo bíblico y encuentra en él las fuentes más profundas de su modo de vivir, es decir en soledad, penitencia y oración. De manera dispersa como pequeños trozos de oro, en la Sagrada Escritura encuentra la fuente del proceder en santidad.

Así, tanto en el A.T como en el N.T están presentes dichos tesoros: enseñanzas, preceptos, consejos, oraciones, ejemplos, atributos de Dios como: su bondad, su justicia, su misericordia, su providencia, que permiten al hombre entenderse al interno de una historia de salvación. Por otra parte, san Jerónimo se encuentra también con el decálogo, con la predicación de los profetas, con la sabiduría de los libros sapienciales y las grandes historias en las cuales Dios se coloca en relación con el hombre.

Pero indiscutiblemente la centralidad del estilo de vida de san Jerónimo se encuentra en el testimonio de Jesús en los evangelios, sus palabras, signos y el anuncio del Reino le inspiran: «para entrar en el Reino, se ha de hacer penitencia, recibir el bautismo, creer en el Evangelio y guardar los mandamientos (…) son necesarias dos condiciones esenciales: la renuncia a sí mismo y el amor que lleva a donarse totalmente a Dios siguiendo a Jesucristo, “Si quis vult post me venite, abneget semetipsum, et tollat crucem suam quotidie, et sequatur me” (Mt 16,24)»

El ascetismo no era simplemente una práctica externa, sino un compromiso total con Dios, en cuerpo y alma, en estudio, oración, soledad y servicio. Por ejemplo, en un documento llamado contra Joviniano Jerónimo resalta los efectos de dicho camino espiritual y argumenta sobre el mérito que este tiene.

SAN JERÓNIMO Y SU APORTE INTELECTUAL

Los títulos que se le atribuyen a san Jerónimo son principalmente: santo padre y doctor de la Iglesia, gran erudito y traductor de la Sagrada Escritura; su aporte tiene como joya de la corona su traducción de la biblia al latín (la Vulgata), pero su trabajo va mucho más allá, ya que abarca también la exégesis, la apología a la recta doctrina, el estudio de las lenguas originales (hebreo y griego) y el acompañamiento intelectual y espiritual de muchas personalidades de la época; legado que hasta hoy día es valorado tanto en el estudio bíblico como en el ámbito del mundo de la espiritualidad cristiana.

Uno de sus escritos asevera: «asegúrate de que estudie todos los días algún pasaje de la Escritura… Que acompañe la oración con la lectura, y la lectura con la oración… Que ame los libros divinos en vez de las joyas y los vestidos de seda»

Sin duda Jerónimo ha sido uno de los mayores estudiosos en el ámbito bíblico, su formación en las lenguas, la gramática, la retórica, la filosofía y su pasión por la vida ascética no solo destacan su gran capacidad en su época sino su determinación y rigurosidad hasta hoy.

La Vulgata como se dijo anteriormente es el aporte más relevante del santo de Estridón, esta tarea fue un encargo del Papa Dámaso I en el año 382; aunque ya existían varias versiones latinas de la biblia, la mayoría eran inexactas y ambiguas entre sí. Jerónimo revisó primero los evangelios en su versión latina y después tradujo directamente de

las lenguas originales el resto de los libros sagrados.

El estudio del hebreo fue una práctica de estudio vanguardista para el mundo occidental cristiano de la época, que le permitió acceder a los textos originales del A.T, para no depender solo de la versión griega de los Setenta (Septuaginta), la cual era comúnmente usada para las traducciones. Gracias al conocimiento histórico – cultural que había adquirido habitando en Palestina pudo realizar un trabajo más allá de la mera traducción, su fin fue también la interpretación y la corrección de errores.

La influencia de la Vulgata y su uso común en la Iglesia, sobre todo en la liturgia, se extendió por más de mil años y el Concilio de Trento en 1546, la declara oficialmente como la versión oficial de la biblia hasta 1979 d.C., cuando el Papa Juan Pablo II promulgó la Nova Vulgata, estableciendo la edición clementina de 1592. Las obras de san Jerónimo siguen resonando hasta hoy, escritos de diversa índole y comentarios exegéticos han dado grandes aportes desde el punto de vista filológico, teológico y espiritual.

Este gran santo no solo hizo una traducción de la biblia, sino que la estudió, la vivió, la defendió y la proclamó con pasión y rigor intelectual.

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