La Hermandad de Nazarenos se erige como una familia espiritual donde la fe, el amor y la devoción se entrelazan para enriquecer la vida de quienes la conforman. Su devoción y compromiso, inicia hacia el año 1976 en la parroquia San Antonio de Padua con 80 nazarenos, quienes al ver que, en la Catedral, que era la Iglesia madre, la sede del Obispo y no había nazarenos, les surgió la idea a 33 hermanos en el de buscar acogida con Monseñor Luis Alejandro Jaimes, párroco de la misma y con Monseñor Pedro Rubiano Sáenz, Obispo de ese tiempo, para que se les permitiera continuar con su apostolado y vivir la unión y la fraternidad entre sus miembros.
En este contexto, la Hermandad de Nazarenos se convierte en un refugio espiritual donde los creyentes encuentran apoyo y consuelo en su camino de fe; pero ¿cuál es su misión? Hoy en día, los nazarenos son agentes de pastoral, que prestan un servicio de evangelización dentro de las parroquias y la Diócesis, que se fundamenta en el llamado que Jesús Nazareno les hace para servir y buscar la vida eterna a través de la Iglesia a la que pertenecen, como lo vivencian por medio de procesiones, actos litúrgicos y obras de caridad, fortaleciendo su vínculo con el Señor.
Para todos no es fácil reconocer el llamado, algunos hacen una promesa porque presentan una dificultad con un familiar, algún hijo, una enfermedad o situación por la que están pasando. Sienten la necesidad de ofrecerle al Nazareno la promesa y se comprometen a buscar y a participar de manera activa como agentes de pastoral en esta hermandad; generalmente lo hacen en las parroquias donde viven.
Cada uno de ellos tiene valores como la solidaridad, el compañerismo y la devoción, los cuales son piezas claves que caracterizan a la hermandad de nazarenos y los llevan a trascender las diferencias individuales, creando lazos profundos de amistad y colaboración.
La vocación y el carisma de servicio del Nazareno es esencial y se ve reflejado desde el testimonio de vida familiar, parroquial y en la comunidad en la que participan.
Como ahora son agentes de pastoral, cambia la modalidad en la que realizan los actos de piedad, ya que antiguamente solo participaban en Semana Santa, donde usaban el hábito morado y apoyaban las procesiones, eucaristías, acompañaban a los sacerdotes para organizar las imágenes y los pasos; es decir, era una logística totalmente diferente a la que se ve hoy en día. Ahora ya trabajan de la mano de los párrocos y del Obispo durante todo el año.
Actualmente se encuentran nazarenos que están preparados en lecturas, que son ministros acólitos, y que se forman dentro de los diferentes servicios pastorales que ofrece la Diócesis. Asimismo, es importante destacar que la Asociación de Hermandades de Nazarenos, funciona desde hace más de 30 años y se reúnen todos los primeros domingos del mes en la Catedral San José, en este momento, bajo la dirección del vicario parroquial de la misma.
Tradicionalmente, se distinguen sus atuendos, por el color morado como la imagen viva de lo que fue la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. Además, de que las vestiduras, también lo complementan, con el Cíngulo blanco, que es de fuerza y la capa blanca que simboliza la pureza.
El camino de los nazarenos implica compromiso para servir, desde la humildad a la Iglesia y a la comunidad. Es decir, como una sola familia al servicio de esta Iglesia