Síntesis de las “Líneas guía para la cultura del cuidado en la Iglesia Católica colombiana”

El presente artículo pretende ser una síntesis del documento que ha pu­blicado la Conferencia Episcopal de Colombia, que se centra en “dar res­puesta –no la única; pero, sí necesaria–, a la situación de los abusos de todo tipo” en ambientes eclesiásticos. Además de ofrecer orientaciones generales para pre­venir y atender la violación de los dere­chos fundamentales de las personas que hace parte de nuestra Iglesia. Esto per­mitirá alcanzar mayor conciencia acerca del necesario cuidado a las personas vul­nerables.

Los Obispos de Colombia recuerdan el deber y la vocación sobre el cuidado del prójimo, especialmente de los más pequeños, para continuar construyendo el Reino de Dios en medio de la huma­nidad. Aunque se es consciente de que como lo afirma el Papa Francisco: “mi­rando hacia el futuro nunca será poco todo lo que se haga para generar una cul­tura capaz de evitar que estas situaciones no sólo no se repitan, sino que no en­cuentren espacios para ser encubiertas y perpetuarse” pedir perdón a las víctimas, hacer justicia, implorar la misericordia divina y trabajar por corregir los errores del pasado, será el camino que guíe esta cultura del cuidado.

Está divido de la siguiente forma: Ocho partes, incluyendo la introducción la conclusión y los anexos; en los restan­tes capítulos, se incluyen los siguientes títulos:

II. Sistema para la cultura del cuidado

En esta segunda parte, se define a la “Cultura del cuidado” como una reali­dad articulada abierta al crecimiento en la cual hay permanente interacción que sirve, para responder integralmente a la compleja situación de los abusos come­tidos por miembros de la Iglesia. En este sistema se propician procesos de retro­alimentación evaluación y rendición de cuentas para interactuar con otros siste­mas de la sociedad y el estado.

El cuidado se arraiga en el Evangelio, “que implica mirar, escuchar, asistir y vigilar con atención y delicadeza las ac­ciones orientadas a todas las personas especialmente a los menores de edad y a las personas vulnerables”. Se trata de repelar cualquier pretensión de indife­rencia o del rechazo, para implementar de lleno, la cultura del encuentro y de la cercanía que hace tan rico el magisterio del Papa Francisco y que conduzca al mutuo cuidado. Es un sistema “orien­tado a la prevención y la atención de las violencias y los abusos cometidos por miembros de la Iglesia, que implique comunicación transparente y rendición de cuentas.” Tiene una finalidad pastoral que se basa en el cuidado y que propicia espacios de encuentros con las víctimas, sus familias y la comunidad.

Tiene cuatro principios rectores:

  1. El principio de la dignidad de las per­sonas.
  2. El principio de la centralidad de las víctimas.
  3. El principio de la dignidad de los ministerios sagrados y de la autoridad como servicio.
  4. El principio de la cooperación entre la Iglesia, la sociedad en general y el Estado.
  5. El principio de la comunicación trans­parente y de la rendición de cuentas.

III. La prevención en el marco de la cultura del cuidado

En este punto se manifiesta la necesidad de que la prevención se oriente a evitar “situaciones de violencia y de abuso en los ambientes eclesiales, así como a in­tervenir en los factores de riesgo y privi­legiar los factores de protección.” Aun­que la realidad del abuso, no solamente se vive en el ambiente eclesial, la Iglesia se compromete a promover alternativas legítimas de solución de este flagelo. Por eso son necesarios los “cambios de cor­to, mediano y largo plazo en los que se precise quién o quiénes debemos cam­biar, qué cambiamos y cómo medimos y evaluamos ese cambio.” Porque la espe­ranza de cambio, requiere de la verdad y la justicia.

Se hace indispensable que los ambien­tes eclesiales sean protectores y seguros, imitando el ejemplo de Cristo; sirvien­do, amando, consolando y protegiendo a todos, especialmente los más vulnera­bles, como él lo hizo.

 IV. Pedagogía del cuidado

Para que el “sistema de la cultura del cuidado” se logre instaurar con éxito, es necesario que “todos los actores de los ambientes –ministros ordenados, miem­bros de Institutos de vida consagrada o de Sociedades de vida apostólica o laicos comprometidos con el Sistema para la Cultura del Cuidado” estén debidamen­te capacitados en relación con sus fines, sus medios y sus tareas propias. Por eso, las líneas guías se están socializando a nivel nacional, a todos los responsables de pastorales, asociaciones, movimien­tos laicales, colegios e instituciones edu­cativas. Asimismo, implica la participa­ción de padres de familia, niños, jóvenes y personas vulnerables que pertenezcan a los distintos ambientes eclesiales.

V. Institucionalidad para el cuidado

Los Obispos proponen la implemen­tación de una cultura del cuidado para prevenir y disminuir los riesgos de que se produzcan situaciones de abuso; y si llegaran a suceder, tomar las mejores medidas para proteger a las personas que sean víctimas y reparar el daño cau­sado. Como organismo que acompañará el proceso de la implementación de una cultura del cuidado, fue creada en el año 2018 la Comisión Nacional de Protec­ción de Menores y que para dar conti­nuidad se ha modificado su nombre a Consejo Nacional para la Cultura del Cuidado, y que tendrá como tarea coor­dinar a nivel nacional la promoción de esta cultura.

Con el fin de velar por la eficacia de la cultura del cuidado en las jurisdiccio­nes eclesiásticas del país, se crearán o asignarán órganos o dependencias ya creados con tareas centradas en la línea de acción: prevención, recepción de los informes o denuncias y atención a las víctimas.

 VI. Reparación para el cuidado

Ante la lamentable realidad que se pre­senta del abuso en el ambiente eclesial, se establece la necesidad de “propiciar una reparación integral que le permita a quien sufre este tipo de situaciones superar el trauma vivido, promoviendo los recursos personales que favorezcan la resiliencia, la sanación y la reconcilia­ción.” Esto implica, además, la atención espiritual y terapéutica de víctimas/so­brevivientes y sus familias, y asistencia espiritual y terapéutica a los agresores.

Para conocer el documento completo, se puede consultar la página web www.cec. org.co o escaneando el siguiente código con la cámara del celular.

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