Conversión pastoral para ir en salida misionera  

En nuestra Diócesis de Cú­cuta, siguiendo el llamado del Papa Francisco, esta­mos en salida misionera y para ello nos proponemos evan­gelizar con una nueva mentalidad, respondiendo al llamado constante que la Iglesia nos hace a la conver­sión. Hemos comenzado el tiempo cuaresmal el pasado Miércoles de Ceniza, con una invitación con­creta a transformar nuestra vida en Cristo, con el llamado del Señor en su Palabra: “conviértete y cree en el Evangelio” (Mc 1, 15), que consiste en reorientar la vida hacia Dios y renovar la profesión de fe en el Señor, diciendo: “Tú eres el Cristo” (Mc 8, 29), recordándonos la necesidad de conversión, para purificar nuestra conciencia del mal y el pecado y limpios de co­razón, transmitir el Evangelio de Jesucristo por todas partes.

El llamado permanente del Papa Francisco a ser Iglesia en salida misionera, lo percibo muy vivo en cada uno de los evangelizadores de nuestra Diócesis, ya que en­cuentro sacerdotes, diáconos, se­minaristas, religiosos, religiosas y agentes de pastoral comprome­tidos con la tarea evangelizadora, cumpliendo el mandato del Señor: “Vayan y hagan discípulos a to­dos los pueblos y bautícenlos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a poner por obra todo lo que les he mandado. Y sepan que yo estoy con ustedes todos los días hasta el final de los tiempos” (Mt 28, 19 – 20).

Mi compromiso constante con­siste en animarlos para que sigan comunicando la alegría que pro­duce el encuentro con Jesucristo. Seguiré dedicando todo mi tiem­po y esfuerzo para acompañar en primer lugar a los sacerdotes, in­vitándolos a hacer todos los días con Pedro, la profesión de fe, re­conociendo que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios vivo. Los animo a que sigan viviendo este minis­terio santo en gracia de Dios y en salida misionera.

También seguir de­dicando tiempo para acompañar a las ins­tituciones diocesa­nas, con el fin de que puedan seguir siendo ejemplo de caridad en el desempeño de su misión y finalmente, quiero seguir acompa­ñando a los feligreses en cada una de las parroquias, con las visitas pastorales y la adminis­tración del sacramento de la Con­firmación, fortaleciendo con ello la acción misionera en cada una de las comunidades parroquiales.

Los invito a fortalecer la conver­sión personal, que tiene que con­ducir a transformar nuestra vida en Cristo. La conversión es ir ha­cia adelante en el seguimiento de Jesús, sabiendo que en un primer momento es dejar un pecado, un vicio dominante que va arruinan­do nuestra vida, pero en un nivel superior es transformar la vida en Cristo, para decir con san Pablo: “Ya no vivo yo, sino que es Cris­ to quien vive en mí” (Gál 2, 20), de tal manera que todo nuestro actuar, sentir y vivir es en Cristo, como lo expresaba san Pablo en su experiencia espiritual: “Para mí la vida es Cristo” (Fil 1, 21).

Comprometidos con la conversión personal, tenemos la fortaleza que nos da la gracia para vivir la au­dacia de hacer más evangélica, discipular y participativa, la ma­nera como pensamos y realizamos la pastoral (Cfr. DA 368), en este sentido “la conversión pastoral exige que se pase de una pastoral de mera conservación a una pas­toral decididamente misionera.

Así será posible que el único programa del Evangelio siga introduciéndose en la historia de cada co­munidad eclesial con nuevo ardor misio­nero, haciendo que la Iglesia se manifieste como una madre que sale al encuentro, una casa acoge­dora, una escuela permanente de comunión misionera” (DA 370), teniendo presente que la hoja de ruta que hemos trazado para nues­tra Diócesis de Cúcuta es la salida misionera que significa: “Salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que ne­cesitan la luz del Evangelio” (EG 20).

Nuestro punto de partida tiene que ser una sincera conversión perso­nal, pastoral y de las estructuras, de acuerdo con lo que nos ense­ñan los documentos de la Iglesia, conscientes que lo que se nos pide a todos es disponernos a la con­versión, mediante el encuentro con Jesucristo y la decisión de hacer profesión de fe en Él, di­ciendo: “Tú eres el Cristo” (Mc 8, 29). Esto significa un cambio profundo de actitud, que conlleva a una transformación de nuestra vida en Cristo, aceptando su cruz, contemplando el Crucificado y es­cuchando lo que el Espíritu Santo está diciendo en este momento a la Iglesia y a nuestra Diócesis.

Nuestra fuerza está en la Palabra de Nuestro Señor Jesucristo, que nos envía en salida misionera a evangelizar al mundo entero (Cf Mt 28, 19 – 20), que identificamos como nuestra misión, conscientes que la fuerza interna, proviene del Espíritu Santo a quien reconoce­mos como primer protagonista en la tarea del anuncio del Evangelio (Cfr. EN 75).

El comienzo de la Cuaresma ten­drá que ser una oportunidad para hacer profesión de fe en el Señor y en actitud contemplativa, mirando el Crucificado decir: “Tú eres el Cristo” (Mc 8, 29). Que la interce­sión de la Santísima Virgen María y la custodia del Glorioso Patriar­ca San José, alcancen del Señor la gracia para cada uno de nosotros, de una auténtica conversión pas­toral, para ir en salida misionera a anunciar el mensaje de la Salva­ción por todas partes.

En unión de oraciones, reciban mi bendición.

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