«Uno de los grandes problemas que hay en nuestra cultura es que se quiere quitar a Dios de la vida y esto hace que finalmente se le pierda el sentido a las dificultades y a las pruebas que en el fondo son razones para vivir y luchar (…) Nadie puede tomar la vida como algo propio», afirmó el prelado.
Por otra parte, según señala el portal web de la CEC, calificó como un acto cobarde el terminar con la vida y no querer enfrentarla hasta el final.
«Debemos respetar la vida como el valor absoluto que nosotros tenemos, la vida no nos pertenece, no nos hemos dado la vida nosotros como para disponer de ella libremente, debemos luchar por ella de una manera natural, hasta que partamos de este mundo».
Aunque reconoció, precisa la nota de prensa, que en muchas ocasiones hay dificultades tristes como el dolor, la pobreza y las injusticias, también resaltó que es importante que se acompañe hasta el final a estas personas con afecto «acercarse al dolor del otro, ayudarle a sostener su vida y darle razones para vivir, darle calor humano y hacerle sentir que no está solo en la lucha por la vida».
Por su parte, el director de la Academia Pontificia para la Vida, monseñor Ignacio Carrasco de Paula, máxima autoridad en bioética en el Vaticano, expresó que «la dignidad no es poner fin a la propia vida», por lo que anotó que la decisión tomada por Maynard no tiene nada que ver con la dignidad como ella la justificó.
Con información del servicio informativo de la CEC.