En ella se realiza plenamente la profecía que había hecho Zacarías: “¡Oh hija de Sión! Regocíjate en gran manera… salta de júbilo… viene a ti tu rey; él es justo y es tu salvador; viene pobre, montado en un asno. (Zac 9,9).
Este día tiene tres momentos esenciales:
• La bendición de los ramos.
• La procesión o entrada solemne, que hace presente la entrada de Jesús a Jerusalén.
• La Eucaristía donde se lee la Pasión del Señor.
El sacerdote, lleva vestiduras rojas, que simbolizan la realeza de Jesús y nos recuerdan también su martirio en la Pasión. Los fieles, acompañan este día llevando ramos de palma o pañuelos blancos para saludar a Jesús, para gritar que lo aman, creen en Él y lo reconocen como Rey del universo. En su entrada triunfal a Jerusalén, Jesús da un ejemplo de sencillez, paz, dedicación a la obra que el Padre del cielo le encomendó.
La Celebración del Domingo de Ramos, nos invita a seguir cada vez más de cerca a Jesús y acompañarlo en todos los momentos de su Misterio Pascual. Así, profundizamos en el infinito amor que Dios nos tiene a cada uno de nosotros, un amor que lo llevó a permitir el sufrimiento de su Hijo hasta la muerte para darnos la vida. Este amor de Dios nos compromete a amarlo profunda y sinceramente, a amar y servir a los demás, porque en Jesús todos somos hermanos.