* Prepararse, desde ahora, leyendo y reflexionando los textos del Evangelio que se refieren a la Pasión de Cristo: Mt 26 – 28; Mc 14 – 15; Lc 22 – 23; Jn 18 – 20.
* Procurar que los días Santos (jueves, viernes, sábado y domingo) sean de recogimiento y oración.
* Intensificar la vida de familia alrededor de algunas prácticas piadosas.
* Ver alguna película sobre la vida de Jesús y a comentarla, en busca de un provecho espiritual.
* El Viernes Santo es día de ayuno y abstinencia: únase así a las horas que Jesús pasó clavado en la cruz.
* Favorecer el silencio y el recogimiento interior, dedicado a la oración y reflexión personal.
* El Domingo de Resurrección debe ser un día de profunda alegría: ¡Cristo resucitó!, Asista a esta gran celebración en su parroquia; asimismo, procure que se note en algún detalle extra en la comida, o con algún plan especial familiar.
Estos días es recomendable no pasarlos desapercibidos, sino que han de tocar nuestra existencia en nuestra relación personal con Jesús, no olvidemos practicar:
1. Acompañar a Jesús en todos los sufrimientos que padece por nuestra salvación.
2. Vivir con austeridad; renunciar voluntariamente por amor a algunas alegrías y diversiones que nos separan del ambiente de penitencia y de reflexión.
3. Orar con frecuencia y fervor. La oración nos ayuda a crecer en el conocimiento y el amor a Jesús que nos lleva ser verdaderos y auténticos discípulos misioneros.
4. Participar de forma activa y consciente en las celebraciones penitenciales programadas por las parroquias ya que nos ayudan a entrar en el Misterio de nuestra redención.