La oración, el ayuno y la caridad, son las tres grandes prácticas cuaresmales o medios de la penitencia cristiana, conozcamos un poco más de las mismas.
La oración (Mt 6, 5-15), implica “salir de sí para ir al encuentro de Dios (…) El orar es más que sólo repetir frases sin inyectarles sentido, orar es ponerse en contacto con la veta de trascendencia existente en el hombre, reconocer que la extinción no es una opción, dejar atrás el momento inmediato para colocarse a la expectativa y esperanza del porvenir”, señala Fr. Alejandro Méndez Méndez, ofm, en un artículo titulado las practicas Cuaresmales hoy, por su parte en el sitio web de la CEC para vivir la Cuaresma, se explica: en la oración, el cristiano ingresa en el diálogo íntimo con el Señor, deja que la gracia entre en su corazón y, a semejanza de Santa María, se abre a la oración del Espíritu cooperando a ella con su respuesta libre y generosa (ver Lc 1,38).
El ayuno (Mt 6, 16-18), “salir de sí para encontrar el yo más profundo y veraz. Esta práctica parece ser la más olvidada, puesto que la sola mención de las palabras ascesis, ayuno o privación causan horror en el hombre de hoy tan proclive al confort; precisa Fray Méndez, al tiempo que señala, “El ayuno, considerado como una práctica que pone en contacto consigo mismo al hombre, no es un ejercicio masoquista que pretende infligir el mayor dolor posible, sino que le ofrece la posibilidad de conocer sus propios límites en cuanto renuncia a lo superfluo; deja abierta la ventana para contemplar y conocer de cuántas cosas, afectos desordenados, posturas erradas, objetos innecesarios, se puede prescindir sin por ello dejar de ser humanos”.
La caridad (Mt 6, 1-4), “salir de sí para ir al encuentro del otro. Reza un refrán popular que nadie da lo que no tiene. Este es precisamente el slogan que el hombre de hoy esgrime para desentenderse de los demás y de sus necesidades. Compartir lo que nos da vida, lo que nos motiva y lo que permite nuestra existencia ése es precisamente el sentido de la limosna, es partir con el otro no lo que ya no quiero ni me hace falta, sino lo que sé me da vida y que puede darla al otro también”.
En esta Cuaresma, la invitación de la Diócesis de Cúcuta es a vivir caridad, la solidaridad, apoyando al necesitado, compartiendo con nuestros hermanos y apoyando la defensa de la vida, a través de la Campaña de Comunicación Cristiana de Bienes 2014, dirigida a construir un centro de atención integral para mujeres embarazadas en crisis.
Camino hacia la Pascua:
El tiempo de Cuaresma como preparación a la Pascua se basa en dos pilares: por una parte, la contemplación de la Pascua de Jesús; y por otra parte, la participación personal en la Pascua del Señor a través de la penitencia y de la celebración o preparación de los sacramentos pascuales -bautismo, confirmación, reconciliación, eucaristía-, con los que incorporamos nuestra vida a la Pascua del Señor Jesús.
Incorporarnos al «misterio pascual» de Cristo supone participar en el misterio de su muerte y resurrección. No olvidemos que el Bautismo nos configura con la muerte y resurrección del Señor.
La Cuaresma busca que esa dinámica bautismal (muerte para la vida) sea vivida más profundamente. Se trata entonces de morir a nuestro pecado para resucitar con Cristo a la verdadera vida: «Yo les aseguro que si el grano de trigo. muere dará mucho fruto» (Jn 20,24).
A estos dos aspectos hay que añadir finalmente otro matiz más eclesial: la Cuaresma es tiempo apropiado para cuidar la catequesis y oración de los niños y jóvenes que se preparan a la confirmación y a la primera comunión; y para que toda la Iglesia ore por la conversión de los pecadores.
Con información de Aciprensa.