Por eso maría, es la primera iluminada ya que ella creyó en la Palabra de Dios y por eso acompañó a su Hijo hasta el momento en que en la cruz entregó su vida por la salvación de todo el género humano.
La segunda, hacia María misma y hacia la Iglesia. Por los méritos de su Hijo Jesús la Virgen María fue revestida de todas las gracias y por eso brilla en toda la Iglesia como un dechado de virtudes. Con razón Isabel, llena del Espíritu Santo, le dice: “Bendita tú entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre. Dichosa tu que has creído porque todo lo que se te ha dicho se cumplirá” ( Lc 1,42-45 ). La Iglesia, sacramento de Cristo, es también iluminada por el Espíritu Santo y por eso es punto de referencia para toda la humanidad. De esta manera,la noche de las velitas no es solo expresión del sentimiento de la gente sino de su intuición teológico-espiritual.
La Conferencia Episcopal por medio de su Presidente, el Cardenal Rubén Salazar Gómez, ha pedido que todas la Diócesis asocien la noche de las velitas al tema de la paz ya que, por un lado, la paz es un don de Dios y hay que pedirla a quien es el Príncipe de la Paz, Jesús, y a través de la Virgen María, Reina de la Paz y por otro, estamos en la etapa final de los diálogos entre el Gobierno y la guerrilla de las F.A.R.C., en la Habana y tenemos que prepararnos para el Post-conflicto armado con el fin de dar un paso decisivo hacia la reconciliación del País.
Para nuestras comunidades diocesanas esta petición encaja perfectamente en la forma como está organizada nuestra fiesta de las velitas, Vísperas de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción. Procuren todas las comunidades parroquiales celebrar con mucho espíritu cristiano y mariano la noche de las velitas.
Que la Santísima Virgen María nos alcance los dones necesarios para que, a partir de la familia, construyamos la paz.
*Por: Mons. Julio César Vidal Ortiz, obispo de Cùcuta