A lo largo de la historia, explicó el Papa, Dios siempre se ha mostrado rico en misericordia dispuesto a derramar en su pueblo ternura y compasión; por ello precisa que la Misericordia «expresa el comportamiento de Dios hacia el pecador, ofreciéndole una ulterior posibilidad para examinarse, convertirse y creer» restableciendo de ese modo la relación con él.
El obispo de Roma, resaltando que la misericordia transforma el corazón del hombre haciéndole experimentar un amor fiel, menciona que es un milagro que la misericordia se irradie en la vida de cada cristiano, impulsándonos a amar al prójimo y animándonos a vivir las obras de misericordia corporales y espirituales, las cuales nos recuerdan que nuestra fe se traduce en gestos concretos y cotidianos, por lo cual Francisco expresó su deseo de que el pueblo cristiano reflexione sobre las obras de misericordia. “Será un modo para despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza”.
El Papa precisa que en el pobre Cristo se hace presente para que lo reconozcamos, lo toquemos y lo asistamos con cuidado, más aún cuando el pobre es el hermano o la hermana en Cristo que sufren a causa de su fe.
Pero no solo habló de esta clase de pobreza, también mencionó al pobre más miserable que es quien no acepta reconocerse como tal, “Cree que es rico, pero en realidad es el más pobre de los pobres. Esto es así porque es esclavo del pecado, que lo empuja a utilizar la riqueza y el poder no para servir a Dios y a los demás, sino parar sofocar dentro de sí la íntima convicción de que tampoco él es más que un pobre mendigo”.
Esa forma de pobreza, puntualizó Francisco, también puede “asumir formas sociales y políticas, como han mostrado los totalitarismos del siglo XX, y como muestran hoy las ideologías del pensamiento único y de la tecnociencia, que pretenden hacer que Dios sea irrelevante y que el hombre se reduzca a una masa para utilizar”, así como también se muestra en las estructuras vinculadas a un modelo de desarrollo falso “basado en la idolatría y el dinero” que se vuelve indiferente al destino de los pobres.
En el mensaje dejó claro que la Cuaresma es un tiempo para salir de nuestra alienación existencial por medio de la Palabra de Dios y las obras de misericordia, las corporales con las que vemos las necesidades de nuestros hermanos y las espirituales que nos llevan a enseñar, perdonar, amonestar y rezar.
Finalmente instó a no perder este tiempo de Cuaresma favorable para la conversión, pidiendo a la Virgen María para que interceda por nosotros, ella que recibió la grandeza de la misericordia divina.
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