En la jornada que se celebró en Italia el 17 de enero, el Papa explicó que “como cristianos y judíos podemos y debemos ofrecer a la humanidad entera el menaje de la Biblia a cerca del cuidado de la creación. Conflictos, guerras, violencias e injusticias abren heridas profundas en la humanidad que nos llaman a reforzar el compromiso por la paz y la justicia”.
Además destacó que “la violencia del hombre contra el hombre es una contradicción en cada religión digna de este nombre, y en particular en las tres grandes religiones monoteístas”.
Asimismo, manifestó que la vida es sagrada, como don de Dios -y añadió- que el quinto mandamiento del decálogo es: “No matarás” (Éxodo 20,13). Dios es el Dios de la vida y quiere promoverla y defenderla siempre; y nosotros, creados a su imagen y semejanza, estamos llamados a hacer lo mismo. Cada ser humano en cuanto creatura de Dios es nuestro hermano, independientemente de su origen y de su pertenencia religiosa… Allí donde la vida está en peligro estamos llamados todavía más a protegerla.
“Ni la violencia ni la muerte tendrán jamás la última palabra frente a Dios, que es el Dios del amor y de la vida. Tenemos que pedirle con insistencia para que nos ayude a practicar en Europa, en Tierra Santa, en Oriente Medio, en África y en cada parte del mundo la lógica de la paz, de la reconciliación, del perdón y de la vida”, puntualizó.
Francisco recordó la conmemoración del 50 aniversario de la Declaración del Concilio Vaticano II que hizo posible el diálogo entre la Iglesia Católica y el Judaísmo, destacando que: “junto con las cuestiones teológicas, no debemos perder de vista los grandes desafíos que el mundo de hoy tiene que afrontar. Aquella de una ecología integral es prioritaria”.
Finalmente agradeció el trabajo que se ha realizado durante los últimos 50 años porque se ha logrado profundizar en la compresión recíproca, la mutua confianza y la amistad de las diversas religiones, invitando a rezar juntos para conducirnos hacia un futuro mejor.
Con información de News.va