Dos razones fundamentales motivaron la decisión del prelado. La primera, de carácter pastoral, ante el proceso de revisión y proyección que vive la Iglesia de Cúcuta y la segunda, orientada a su deseo de “cualificar su servicio al Señor y a la Iglesia y su vida”.
“Estos aspectos me han hecho pensar que se necesitan fuerzas nuevas, que retomen este proceso en beneficio del dinamismo pastoral, ahora que proyectamos una nueva etapa del Plan Global Diocesano de Nueva Evangelización, que son nueve años. Es importante que venga un nuevo aporte que enriquezca, renueve y fortalezca el caminar de esta Iglesia Particular de Cúcuta (…) Asimismo, quiero dedicar mis últimos años de vida a una labor más cualificada (Misiones – visitas, estudio). Una labor de buscar mayor crecimiento personal que me lleve al Señor. Cultivar la oración, la lectura y el estudio. Esto lo hago por amor a Dios, a la Iglesia y a esta Diócesis”.
Durante su intervención el obispo también destacó el cariño que siente hacia los habitantes de esta zona de frontera. Agradeció el apoyo y cercanía de los bautizados, autoridades civiles, militares, de policía, instituciones educativas, distintos gremios y estamentos nortesantandereanos, organizaciones civiles, organizaciones internacionales que hacen presencia en la cuidad con diversos procesos de desarrollo, a las comunidades parroquiales, comunidades religiosas, movimientos apostólicos, agentes pastorales, clero diocesano y comunidad en general.
Afirmó que lo que más extrañará de estas tierra será a “su gente, las personas, ustedes han sido muy especiales (…) siempre recordaré a Cúcuta.
La última misión pastoral que cumplirá Mons. Vidal en esta Diócesis, a la que acompañó por cuatro años, será la ordenación de cuatro diáconos, el próximo 8 de agosto, en el marco de la Fiesta Diocesana.