Por su pasión y muerte, Dios Padre lo exalta como Señor del Universo. El panorama de este día está dominado por la Cruz gloriosa y por el triunfo del Crucificado.
El dolor por los padecimientos de Jesús debe ir acompañado de una santa alegría por la victoria sobre el mal.
La acción Litúrgica del viernes Santo, tiene tres partes:
- La Liturgia de la Palabra. Las lecturas de este día nos muestran a Jesucristo, el Siervo Doliente, quien a través de su sufrimiento llega a la gloria de la cruz para abrirnos las puertas de la salvación. Esta primera parte de la celebración, concluye con la solemne Oración Universal, en ella se pide por la salvación y las necesidades de los hombres y mujeres del mundo. Toda la humanidad es traída en esta oración a los pies de la Cruz, en la cual Cristo muere. Este es el primer resultado de la muerte de Cristo: abrirse y preocuparse por el mundo entero.
- La Adoración de la Cruz. Ella es signo de la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte. No adoramos la madera de la cruz, sino la persona de Cristo crucificado que en ella ha muerto por nosotros. Así reconocemos que por Cristo, la cruz que era signo de humillación y maldición para los judíos, pasa a ser signo de redención y vida eterna para toda la humanidad.
- La Sagrada Comunión. La comunión es la participación más plena en la acción Litúrgica de este día. Comiendo del Cuerpo de Cristo –el pan consagrado en la Eucaristía del Jueves-, nos unimos íntimamente a su sacrificio en la cruz, y al mismo tiempo se nos hace presente la plenitud de la Pascua que se aproxima.
En este día, la Liturgia nos muestra unos signos muy importantes para tener en cuenta:
- El altar está totalmente desnudo: sin Cruz, ni mantel, ni cirios; para simbolizar el silencio de la Iglesia que espera celebrar nuevamente la Cena Pascual: la Eucaristía.
- Los ornamentos rojos del sacerdote: Signo del martirio de Cristo.
- La postración de los ministros al inicio de la celebración en señal de profunda reflexión y para identificar su vida con el Misterio de la Pasión y Muerte de Cristo.
- La oración sobre el pueblo después de la comunión. Este día la salida es en silencio y no hay bendición.
La actitud que todos los cristianos debemos tener durante este día es de silencio, ayuno, abstinencia, respeto y esperanza en la resurrección.