El Santo Padre invitó a buscar a Jesús como el único capaz de curar la enfermedad del odio, los celos y la envidia.
El Papa dijo luego que “es triste cuando en una familia los hermanos no se hablan por una tontería, porque el demonio toma esa tontería y la hace un mundo. Luego las enemistades continúan muchas veces por años. Y se destruye esa familia: los padres sufren porque los hijos no se hablan o la esposa de un hijo no le habla al otro. Y así las envidas… los celos. Esto lo siembra el diablo. Y el único que derrota al diablo es Jesús. El único que cura de estas cosas es Jesús. Por eso les digo a cada uno de ustedes: ‘déjese curar por Jesús’”.
En su prédica el Papa invitó a tener el hábito de “escuchar la Palabra de Dios, escuchar la Palabra de Jesús en el Evangelio. Leer un pasaje, pensar un poco lo que dice, qué me dice a mí. Si no siento lo que me dice, paso a otro. Pero tener este contacto cotidiano con el Evangelio. Rezar con el Evangelio porque Jesús me predica a mí, dice con el Evangelio lo que me quiere decir”.
Nunca terminar «el día sin hacer las paces» también pidió el Papa Francisco frente a este tema que surgió a raíz de una pregunta hecha por un niño. «Se puede pelear entre marido y mujer, pueden volar los platos, pero no es posible acabar el día sin antes haber hecho paz, al menos con un pequeño gesto», subrayó el Papa. «En un matrimonio es una cosa fea el rencor. Nunca terminen el día sin hacer las paces, al menos con un gesto”.
Uno de los grupos que realiza actividades en la parroquia son los scouts, a quienes el Papa habló de la necesidad de ir misa: “Hay alguno que dice: no voy a misa porque estoy cansado. Y yo le digo (si no vas) pierdes tú, porque al recibir a Jesús eres más fuerte para luchar en la vida”.