Fotos: Centro de Comunicaciones de la Diócesis de Cúcuta
Del 13 al 17 de febrero en las instalaciones del Asilo Andresen, la mitad del clero de la Diócesis de Cúcuta estuvo participando en el curso de formación de párrocos, que fue establecido por Monseñor José Libardo Garcés Monsalve, Obispo de la Iglesia Particular de Cúcuta, para que los presbíteros que realizan su labor pastoral en medio de las comunidades parroquiales, lo hagan de la manera más parecida a Jesucristo, para que puedan responder a los desafíos administrativos, jurídicos, tributarios y demás exigencias de estos tiempos, que piden transparencia y honestidad a todas las instituciones presentes en la sociedad colombiana.
Más de 40 sacerdotes estuvieron desde las 8:00 a.m. hasta la 1:00 p.m., cada día, recibiendo instrucción y formación por parte de sacerdotes que se han especializado en derecho, administración, manejos tributarios, pastoral y espiritualidad; de manera que, al conocer a profundidad los elementos que implican administrar íntegramente las comunidades parroquiales, las pastorales, el cuidado de almas y la procura de la salvación de los bautizados, se realice un trabajo completo.
Para el sacerdote Carlos Arturo Flórez Gómez, párroco de Nuestra Señora del Rosario, y participante de esta formación, afirmó que este curso responde a las exigencias del Estado en cuanto las responsabilidades de una parroquia como institución. “Se hace necesario una preparación”, ya que “como párrocos, somos también una representación legal y la norma nos exige estar al día en la seguridad social de los empleados, asuntos de contratación, impuestos, entre otros”, mencionó el presbítero, quien también resaltó la formación en temas doctrinales, porque “refresca el conocimiento, especialmente en los sacerdotes con una larga trayectoria”.
Finalmente, el día viernes, terminó la jornada con la celebración de la Eucaristía de clausura y la entrega de los certificados de participación en el curso y, sobre todo, la disposición para administrar fielmente lo que le ha sido encomendado a cada uno, siempre teniendo presente la entrega, el servicio y el amor que Jesucristo enseña en el Evangelio.