El centro misionero ‘Nueva Vida, Misericordia Cada Día’, pasó de comedor a semillero de nuevos talentos

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Fotos: Centro de Comunicaciones de la Diócesis de Cúcuta

En el sector de La Fortaleza, por el Anillo Vial Occidental, la caridad de Cristo se manifiesta desde hace ocho años, a través del ins­tituto de vírgenes consagradas Misio­neras de la Nueva Vida, quienes du­rante 20 años alimentaron y cuidaron a los ancianos del barrio Santa Ana.

Su ayuda se trasladó hacia el año 2014 hacia esta periferia de San José de Cú­cuta, para atender a los adultos mayo­res (70%) y niños (30%), tanto de La Fortaleza, como de los asentamientos humanos y barrios cercanos: Nueva Ilusión, El Talento, La Esmeralda, Paz y Futuro, entre otros. A las misione­ras Gloria Patricia Celis Villamarín y Martha Isabel Celis Villamarín, quienes coordinan el centro misionero, les tocó enfrentar el fenómeno migra­torio a partir del año 2015 y extender la ayuda a familias completas, buscan­do la solidaridad de organizaciones y personas de buena voluntad, y asis­tiendo recurrentemente a la Central de Abastos de Cúcuta (Cenabastos), para pedir donaciones de alimentos.

Contaron con el apoyo de la Casa de Paso ‘Divina Providencia’ de la Diócesis de Cúcuta, de la Fundación Banco de Alimentos de esta Iglesia Particular, el Programa Mundial de Alimentos (PMA), la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), entre varios de los donantes que se vincularon con alimentos, enseres y brigadas de salud, llegando a brindar hasta 500 platos de comida caliente cada día.

Después llegó la pandemia en el año 2020 y con ella, el confinamiento, por lo que ya no era posible brindar esta misma ayuda; pero las misioneras bus­caron la manera de seguir aportando al desarrollo social de la comunidad. Viendo las cualidades y capacidades de algunos de los vecinos del sector y con el objetivo de fortalecer el lideraz­go comunitario, abrieron talleres de aprendizaje. Inicialmente, organiza­ron clases de ‘manicure y pedicure’ para más de 30 aprendices, donde las migrantes venezolanas y colombianas retornadas, adquirieron las bases de un arte que les sirve tanto para empren­der, como para ser contratadas en un establecimiento de belleza.

“Ahora les ayudamos para el sostenimiento de sus hogares, porque después de que se capaciten, estas mu­jeres tendrán mejores posibilidades en un campo laboral”, asegura la herma­na Gloria Patricia.

 

 

 

 

 

 

El centro misionero ‘Nueva Vida, Mi­sericordia Cada Día’, se ha convertido en un semillero de nuevos talentos, porque se lograron abrir cursos de confección y costura, peluque­ría, panadería básica, repostería, re­ciclaje y música. La hermana Gloria señala que estos procesos “impactan en la comunidad, las mismas personas se acercan y se vinculan, ofreciendo su tiempo y conocimientos para apo­yar los talleres”. Tal es el caso de Flor Iselda Carrillo, estilista de profesión con 20 años de experiencia, líder co­munitaria hace cinco años y actual maestra del curso de peluquería, ex­presa que ella “sacó adelante” a sus hijos gracias a ese arte: “yo sostuve a mis hijos con mi trabajo y quiero que las madres cabeza de hogar, puedan hacer lo mismo, sobre todo, hacién­dolo con amor, porque ese es el éxito de esta labor y así es que uno gana clientes, trabajando por amor y no por dinero, ya que así sí se hacen las cosas bien”.

El Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA) ha realizado en el centro mi­sionero capacitaciones en contabilidad básica y emprendimiento, para forjar en los aprendices, las habilidades ne­cesarias al momento de organizar sus propios negocios. Además, gracias a la propuesta del aprendiz David Castrillón, estudiante de música del SENA, se ha vinculado la pasantía en beneficio de la niñez y la juventud. Él es ahora el profesor de músi­ca, quien les enseña a los menores entre los 12 y 18 años las competencias de guitarra, técnica vocal, gramática musical y pia­no. “Cultivar en los meno­res la música, los proyecta hacia un futuro productivo, con constancia y disciplina”, afirma Castrillón.

Las madres gestantes y lactantes asisten a los talleres de costura y los adultos mayores reciben clases de ma­nualidades. Todos los cursos se desa­rrollan en horarios y días específicos, algunos de ellos tienen un valor de ins­cripción de $10.000, los cuales se usan para la compra de materiales y en el caso de la panadería y repostería, los estudiantes se llevan lo preparado.

A nivel pastoral y evangelizador, las misioneras de la Nueva Vida acom­pañan y apoyan la vida parroquial de Santo Tomás Apóstol y sus capi­llas; asimismo, en el centro misionero, brindan el acompañamiento espiritual a las familias y realizan momentos de oración, porque “en cada encuentro está la presencia de Dios y desde lo que hacemos, estamos evangelizando permanentemente”, señala la hermana Gloria.

A los fieles bautizados de la Diócesis de Cúcuta, las organizaciones públi­cas y privadas, y personas de buena voluntad, las misioneras de la Nueva Vida los invitan a vincularse con esta obra y ayudarlas a seguir llevando la caridad de Cristo a quienes más lo ne­cesitan. Una de las formas en que las pueden apoyar, es con materiales para el desarrollo de los talleres anterior­mente mencionados, igualmente con alimentos (frutas, verduras, granos, enlatados), ya que también siguen brindando un plato de comida diario allí en La Fortaleza y en otro comedor, ubicado en el barrio Las Coralinas.

Para cualquier ayuda, pueden comunicarse con la hermana Gloria Patricia Celis Villamarín al número de teléfono celular 320 987 6334.

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