Fiesta de las familias en el Seminario Mayor. Foto: Seminario Mayor San José de Cúcuta
Este domingo 8 de mayo se celebrará la quincuagésima novena Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, bajo el lema: “Llamados a edificar la familia humana”, propuesta del Papa Francisco para “reflexionar sobre el amplio significado de la “vocación”, en el contexto de una Iglesia sinodal que se pone a la escucha de Dios y del mundo”.
En el mensaje oficial para este día, Su Santidad señala cinco temas para curar las heridas de las familias y proyectar los hogares hacia un futuro mejor:
- Llamados a ser todos protagonistas de la misión
Es necesario cuidarse de la mentalidad que separa a los sacerdotes de los laicos, considerando protagonistas a los primeros y ejecutores a los segundos, y llevar adelante la misión cristiana como único Pueblo de Dios, laicos y pastores juntos. Toda la Iglesia es comunidad evangelizadora.
- Llamados a ser custodios unos de otros, y de la creación
Cada uno de nosotros es una criatura querida y amada por Dios, para la que Él ha tenido un pensamiento único y especial; y esa chispa divina, que habita en el corazón de todo hombre y de toda mujer, estamos llamados a desarrollarla en el curso de nuestra vida, contribuyendo al crecimiento de una humanidad animada por el amor y la acogida recíproca.
- Llamados a acoger la mirada de Dios
Somos alcanzados por la mirada de Dios, que nos llama. La vocación, como la santidad, no es una experiencia extraordinaria reservada a unos pocos… la vocación es para todos, porque Dios nos mira y nos llama a todos.
- Llamados a responder a la mirada de Dios
Todo se vuelve un diálogo vocacional, entre nosotros y el Señor, pero también entre nosotros y los demás. Un diálogo que, vivido en profundidad, nos hace ser cada vez más aquello que somos: en la vocación al sacerdocio ordenado, ser instrumento de la gracia y de la misericordia de Cristo; en la vocación a la vida consagrada, ser alabanza de Dios y profecía de una humanidad nueva; en la vocación al matrimonio, ser don recíproco, y procreadores y educadores de la vida.
- Convocados para edificar un mundo fraterno
Toda vocación en la Iglesia, y en sentido amplio también en la sociedad, contribuye a un objetivo común: hacer que la armonía de los numerosos y diferentes dones que sólo el Espíritu Santo sabe realizar resuene entre los hombres y mujeres. Sacerdotes, consagradas, consagrados y fieles laicos caminamos y trabajamos juntos para testimoniar que una gran familia unida en el amor no es una utopía, sino el propósito para el que Dios nos ha creado.