Fotos: Centro de Comunicaciones Diócesis de Cúcuta
El pasado viernes 19 de marzo, fecha en que la Iglesia Católica celebra la solemnidad de San José, la Diócesis de Cúcuta festejó a su santo patrono con la Sagrada Eucaristía en la Catedral San José, y a su vez, se realizó la bendición de los santos óleos, la consagración del crisma y la renovación de las promesas sacerdotales, llevándose a cabo la solemne Misa Crismal.
Sacerdotes, diáconos, religiosos, seminaristas y fieles bautizados, cumplieron la cita presencialmente, dentro de la norma permitida para el aforo de los templos. Mientras tanto, cientos de fieles siguieron la celebración por los medios de comunicación diocesanos, todos unidos, siendo parte de la fraternidad que constituye la comunidad de creyentes que es la Iglesia, la cual en este día vivió el signo de la presencia del Espíritu Santo, principio de vida, unidad y comunión.
La solemne Eucaristía fue presidida por Monseñor José Libardo Garcés Monsalve, Administrador Apostólico de la Diócesis de Cúcuta, quien hizo referencia a la Exhortación Apostólica ‘Redemptoris Custos’ (Custodio del Redentor) del Papa Juan Pablo II, donde Su Santidad destaca en San José como “el primado de la vida interior”, esta es “tan necesaria hoy para entrar en relación con Dios a través de la oración y tan indispensable en el sacerdote”. Monseñor explica que su profunda vida interior “hizo que pudiera entrar en lo más íntimo de su ser y tomar la gran decisión de poner a disposición de los designios divinos toda su libertad, su legítima vocación humana, su fidelidad conyugal y toda su persona al servicio de la voluntad de Dios”. Precisamente, en este día de fervor sacerdotal, San José anima a una sumisión a Dios, a la disponibilidad y fidelidad hacia Él.
El señor Obispo insistió en la acción del Espíritu Santo que este día “se visibilizó de manera plena en la consagración de los óleos, para vivir la vida sacramental en nuestra condición de hijos de Dios”. De igual forma, pide a este pueblo de Dios “empeñar a fondo el carisma de unidad que es propio de la Iglesia como comunidad de Salvación y de los sacerdotes ministros del Evangelio”, con el fin de regenerar a Colombia, “a nuestra región, a nuestras familias y sacarlas de las divisiones que disuelven el corazón de cada uno”; Monseñor afirma que, este mundo está dividido, pero la unidad “es el signo visible que es posible vivir de manera distinta y a la vez contribuye nuestra comunión a la transformación de nuestras comunidades en Cristo Jesús”.