Imagen: Centro de Comunicaciones Diócesis de Cúcuta
En el año 2016, durante el Jubileo de la Misericordia, el Papa Francisco anunció la necesidad de orar, reflexionar y actuar en favor de los más necesitados. De esta manera, instituyó que cada Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario, se celebrara la Jornada Mundial de los Pobres, llevándose a cabo la primera en el 2017, bajo el lema: “No amemos de palabra sino con obras” (1 Jn 3, 18).
El Santo Padre señaló que esta Jornada “es una genuina forma de nueva evangelización (cf. Mt 11, 5), con la que se renueva el rostro de la Iglesia en su acción continua de conversión pastoral, para ser testimonio de la misericordia”. Uno de los propósitos es alentar a las Iglesias Particulares a contribuir en refugios, prisiones, hospitales, hogares de ancianos, entre otros, para que las palabras del Papa puedan llegar a todos al mismo tiempo.
En este año 2020, el Papa Francisco ha propuesto el lema: “Tiende tu mano al pobre” (Si 7, 32), citando el libro de Eclesiástico (también conocido como Sirácida), donde se resaltan muchas situaciones concretas de la vida, siendo la pobreza una de estas, la cual se puso en mayor evidencia en medio de la pandemia de la COVID-19, que demostró que el mundo entero está en la “misma barca” y los cristianos tienen una gran responsabilidad y compromiso en reconocer la importancia del otro, tendiendo la mano.
Y es que el libro de Eclesiástico plasma las palabras de un sabio maestro que vivió unos doscientos años antes de Cristo; explica el Papa que “él buscaba la sabiduría que hace a los hombres mejores y capaces de escrutar en profundidad las vicisitudes de la vida. Lo hizo en un momento de dura prueba para el pueblo de Israel, un tiempo de dolor, luto y miseria causado por el dominio de las potencias extranjeras”. Es precisamente un momento muy parecido al actual, y en efecto, “la Palabra de Dios va más allá del espacio, del tiempo, de las religiones y de las culturas”.
Doscientos años antes de Cristo, y ahora, “la generosidad que sostiene al débil, consuela al afligido, alivia los sufrimientos, devuelve la dignidad a los privados de ella, es una condición para una vida plenamente humana”. Esta es la realidad fundamental para la vida de la Iglesia que el Papa Francisco quiere recalcar cada vez con la Jornada Mundial de los Pobres.
Aunque la Iglesia no tiene soluciones generales que proponer, el Papa asegura que ofrece, con la gracia de Cristo, “sus testimonios y sus gestos de compartir”, recordando el gran valor del bien común, ya que es un compromiso de vida para el cristiano.
En este mensaje para la cuarta Jornada Mundial de los Pobres, que se celebra hoy 15 de noviembre, expresa el Papa Francisco que la pandemia llegó de repente, tomando a la humanidad desprevenida, sin embargo, “la mano tendida hacia el pobre no llegó de repente”. En esta oportunidad, tender la mano es el testimonio de cómo en la Iglesia “nos preparamos a reconocer al pobre para sostenerlo en el tiempo de la necesidad”, ya que “uno no improvisa instrumentos de misericordia”.
“En estos meses, en los que el mundo entero ha estado como abrumado por un virus que ha traído dolor y muerte, desaliento y desconcierto, ¡cuántas manos tendidas hemos podido ver!”, en este punto, Su Santidad exalta la mano tendida del médico, de la enfermera y del enfermero; la mano tendida del farmacéutico; la mano tendida del sacerdote “que bendice con el corazón desgarrado”; la mano tendida del voluntario; la mano tendida de hombres y mujeres que trabajan para proporcionar servicios esenciales y seguridad; y otras manos tendidas que “podríamos describir hasta componer una letanía de buenas obras”. Este signo de tender la mano, recuerdan la proximidad y el amor, que han desafiado el contagio y el miedo, “para dar apoyo y consuelo”.
Por otra parte, el Papa Francisco habla sobre la actitud de quienes “tienen las manos en los bolsillos y no se dejan conmover por la pobreza, de la que a menudo son también cómplices”. A esto le llama ser indiferente y cínico, porque hay manos tendidas para enriquecer la oligarquía, manos para vender armas, manos para sembrar muerte y pobreza, manos que intercambian muerte por lujos. “No podemos ser felices hasta que estas manos que siembran la muerte se transformen en instrumentos de justicia y de paz para el mundo entero”.
El Papa concluye su mensaje con la reflexión de Eclesiástico: “En todas tus acciones, ten presente tu final” (Eclo 7, 36), porque pensar en “nuestra existencia” y su final, puede ayudar a “llevar una vida más atenta a quien es más pobre y no ha tenido las mismas posibilidades que nosotros”; además, “es el fin de nuestra vida que requiere un proyecto a realizar y un camino a recorrer sin cansarse. Y bien, la finalidad de cada una de nuestras acciones no puede ser otra que el amor”.
Para celebrar la Jornada Mundial de los Pobres, se espera que en todas las comunidades parroquiales organicen al menos una iniciativa práctica, como llevarle mercados a familias necesitadas u ofrecerles comida a los pobres, donar útiles de aseo a los internos de los centros penitenciarios, cubrir alguna necesidad de un ancianato o hacer una contribución a las parroquias para que sigan llevando a cabo las obras de caridad.