En la Solemnidad de Todos los Santos, el Papa Francisco anuncia a los cristianos que deben elegir “entre la santidad o la nada”

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En la Solemnidad de Todos los Santos, hoy 1 de noviembre, el Papa Francisco  durante el rezo del Ángelus en la Plaza de San Pedro del Vaticano, se dirigió a los cristianos, anunciando que deben elegir entre “la santidad o la nada”, porque “Dios lo pide todo y, a cambio, ofrece la felicidad para la que hemos sido creados”. Estas sabias palabras fueron escuchadas por más de 14.000 fieles que asistieron al encuentro de oración.

Retrocediendo un poco a los orígenes de esta festividad, el 13 de mayo del año 610, el Papa Bonifacio IV dedica el Panteón romano al culto cristiano, colocando de titulares a la Bienaventurada Madre de Dios y a todos los mártires, es así que se les empieza a festejar en esta fecha, luego de unos años el Papa Gregorio IV, en el siglo VII, trasladó la fiesta al 1 de noviembre, muy probablemente para contrarrestar la celebración pagana del “Samhain” o año nuevo celta (en la actualidad Halloween) que se celebra la noche del 31 de octubre.

El Santo Padre invitó a todos los creyentes a identificarse con cada uno de los santos que hoy en día existen, a crecer en espíritu, a seguir el camino de la salvación, ya que “estamos unidos a todos ellos”. También, se refirió a la lectura del Libro del Apocalipsis correspondiente a este domingo, “que nos habla del cielo y nos pone delante de una multitud inmensa, incalculable, de toda nación, tribu, pueblo y lengua”.

El Papa expresó que hoy es fiesta de familia. “Los santos son cercanos a nosotros, de hecho, son nuestros verdaderos hermanos y hermanas. Nos entienden, nos quiere, saben qué es lo que nos hace bien, nos ayudan, están pendientes de nosotros. Son felices y nos quieren felices con ellos en el paraíso”.  Así lo aseguró el Sumo Pontífice.

Algunos de los santos más recordados que entre las familias religiosas son: Santo Domingo Savio, que desde muy chiquito entendió que ser amigo de Jesús era lo más importante en la vida; Santa Teresita, también amaba mucho a Jesús y a María Santísima; San Agustín fue un gran Santo, «ama y haz lo que quieras»; la Madre Teresa de Calcuta, quiso agradar a Jesús sirviendo a los más pobres, entre otros.

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