Arzobispo de Bogotá: “No me arrepiento ni un solo día de haber sido ordenado presbítero”

Fotos: Cortesía

Un santandereano de 58 años de edad, es el nuevo Arzobispo de la Arquidiócesis de Bogotá, se trata de Monseñor Luis José Rueda Aparicio, quien se posesionó el pasado jueves 11 de junio, cargo que recibió de manos del Cardenal Rubén Salazar Gómez.

Ser el Arzobispo primado de Colombia, es para Monseñor Luis José “llevar un liderazgo en comunión”, fortalecer la “fraternidad misionera”, aclarando que su cargo no implica una posición de mando sobre los demás Obispos.

Desde que el Papa Francisco anunció su elección, el pasado 25 de abril, aún se siente sorprendido, considerando que su edad y camino son cortos y que según él, hay otros más preparados.

Su vida

Nació el 3 de marzo de 1962, fruto del amor de Luis Emilio Rueda y Socorro Aparicio, siendo el décimo de 11 hijos. Cuenta que los cinco hijos varones alternaban el estudio con el trabajo, ayudándole a su padre en labores de construcción. Al graduarse del colegio Nacional San José de Guanentá, era soldador y trabajaba en una fábrica; a sus 19 años, camino a cumplir su turno, entraba a orar en una capilla donde había un Cristo agonizante, expresa que esto le daba fuerza, entonces, a los 20 años inició su formación en el sacerdocio en el Seminario Conciliar San Carlos de la Diócesis de Socorro y San Gil, donde estudió filosofía; luego realizó sus estudios teológicos en el Seminario Arquidiocesano de Bucaramanga.

Fue ordenado sacerdote el 23 de noviembre de 1989, incardinándose a la Diócesis de Socorro y San Gil. Después de su ordenación, adelantó estudios de especialización en teología moral, obteniendo la licenciatura en la Academia Alfonsiana de Roma.

El Papa Benedicto XVI lo nombró Obispo de la Diócesis de Montelíbano (Córdoba) el 2 de febrero de 2012; el 14 de abril de ese año fue su ordenación episcopal y el 28 de abril tomó posesión canónica de Montelíbano.

El 19 de mayo de 2018, el Papa Francisco lo nombró Arzobispo de Popayán, posesionándose el 7 julio de ese mismo año.

En entrevista para el periódico La Verdad, Monseñor Luis José Rueda Aparicio habla de su ministerio y los nuevos retos

La Verdad: Deja una región gravemente afectada por la violencia, evidenciándose en la desaparición constante de líderes sociales en el Cauca, ¿Cuál ha sido el papel de la Iglesia Católica frente a la realidad de este departamento?

Monseñor Luis José Rueda Aparicio: La Iglesia Católica defiende y defenderá siempre la vida frente a la cultura de la muerte, por eso nos situamos del lado de las víctimas y denunciamos cualquier abuso hacia aquellos que defienden la justicia social y el bien común en Colombia y en especial en el Cauca.

La Verdad: ¿Cuál es su mensaje para los caucanos?

Mons. L.J.R.A.: Un mensaje de esperanza. Que la Iglesia estará siempre del lado de los más necesitados y oprimidos por la injusticia que trae consigo el pecado de los hombres, siguiendo a Jesús que vino para salvar a los hombres y a liberarlos de la esclavitud del egoísmo.

La Verdad: ¿Cuál fue su primera reacción al saber de su nombramiento en la Arquidiócesis de Bogotá?

Mons. L.J.R.A.: Mi primera reacción fue pedirle a Dios que me diese la humildad, la fortaleza y el discernimiento para llevar a cabo esta nueva misión como pastor solícito que Él me encomendaba para el bien de la Iglesia y la salvación de las almas.

La Verdad: Del legado de Monseñor Rubén Salazar Gómez, ¿cuáles particularidades destaca?

Mons. L.J.R.A.: El legado que deja el ministerio episcopal de Su Eminencia el cardenal Rubén Salazar es amplísimo. Pero destacaría tres aspectos fundamentales:

– Su cercanía con los presbíteros a los que siempre trato como a verdaderos hijos.

– Su amor y su celo por la Evangelización hacia los más necesitados, llegando a realizar un plan de evangelización bien cohesionado y fructífero para esta Arquidiócesis de Bogotá.

– Su carisma para llegar al corazón de todos aquellos que alguna vez acudieron a él en busca de ayuda y consuelo.

La Verdad: En temas de paz, ¿cuál es su diagnóstico?

Mons. L.J.R.A.: Se ha progresado mucho en el camino hacia la paz, pero no debemos olvidar que todavía nos queda un largo camino por recorrer en el cual la Iglesia Católica tiene mucho que ofrecer, porque sin Jesucristo, Príncipe de la Paz nunca será posible la paz estable, duradera y definitiva.

La Verdad: De su ministerio sacerdotal, ¿cuál ha sido la experiencia más gratificante?

Mons. L.J.R.A.: No creo que exista una experiencia o una anécdota específica, sino que lo más gratificante de mi ministerio sacerdotal ha sido, precisamente, ejercer mi propio ministerio sacerdotal: el estar con la gente y el celebrar los sacramentos. Especialmente, la Eucaristía y el sacramento de la Reconciliación, en donde se llega a tocar de un modo existencial el amor de Dios a los hombres. Eso, es muy gratificante.

La Verdad: ¿Qué decirle a los jóvenes acerca de la vocación?

Mons. L.J.R.A.: Les diría que no me arrepiento ni un solo día de haber sido ordenado presbítero siguiendo la llamada del Señor. Y que, como dijo el Papa Benedicto XVI, no tengan miedo de mirar y seguir a Cristo, que no quita nada, sino que lo da todo.

La Verdad: ¿Cuáles serán sus pilares como guía y pastor de la Arquidiócesis de Bogotá?

Mons. L.J.R.A.: Siempre he entendido la Evangelización como la unión intrínseca de la Liturgia y la Acción Social de la Iglesia. Estas son las dos manos que Dios regala a su Iglesia para trabajar en esta amada Arquidiócesis, que es enorme tanto en su extensión geográfica y demográfica como en su variedad de contextos culturales y de estratos sociales.

La Verdad: La pandemia de la COVID-19, es una problemática aún más grande que se sumó a las ya existentes en nuestro país, como cristianos, ¿qué actitud recomienda tomar?

Mons. L.J.R.A.: Como he dicho antes, la Iglesia está siempre a favor de la vida humana, por eso, la actitud cristiana ante esta pandemia ha de ser, en primer lugar, la prudencia, sabiendo que no solo está en juego la propia vida sino la de muchas otras personas que nos rodean; y, en segundo lugar, la solidaridad para con aquellos que, si bien, no necesariamente han sido contagiados, sí están sufriendo las consecuencias graves de la crisis económica y social que esta pandemia está provocando. Me refiero a tantas y tantas personas que cada día vemos como pasan necesidad por la ausencia de trabajo, comida y necesidades básicas que todo ser humano debe tener.

Finalmente, unas palabras para los lectores del periódico La Verdad y fieles de la Diócesis de Cúcuta.

Amen a la Iglesia y oren mucho por ella, en especial por nuestro querido Papa Francisco y por el Obispo Víctor Manuel Ochoa, un ejemplo de pastor con olor a oveja, para que el Señor les ilumine en su tarea apostólica. Reciban todos un saludo cordial y mi bendición.

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