Actitudes cristianas para vivir la sinodalidad

Por: Pbro. Fredy Ramírez Peñaranda, Vicario de Pastoral; párroco de Santa Ana

Foto: Centro de Comunicaciones de la Diócesis de Cúcuta

Queridos hermanos, vivimos actualmente un proceso de consulta en cada parroquia, capilla, centro de evangeliza­ción y demás estructuras diocesanas, enmarcado en el Sínodo 2021 – 2023 que convocó el Papa Francisco en oc­tubre de 2021.

El Santo Padre antepuso como tema central de este proceso la “sinodali­dad”, que tiene por principio hacer juntos el camino, el camino de la propia historia y que nos toca hoy como Iglesia, no solamente enten­derlo, sino ponerlo en práctica.

Caminar juntos comienza aceptan­do la dignidad común que todos tenemos por el hecho de haber re­cibido el bautismo, y fruto de esta dignidad que todos tenemos (vida consagrada, feligreses, laicos, sa­cerdotes) somos corresponsables de la acción misionera y evangelizado­ra en el día a día.

Por tanto, la sinodalidad es un es­tilo y una forma de ser, con la cual la Iglesia vive y puede vivir con mayor intensidad su misión en el mundo.

Recordemos que el fin último de la Iglesia es la evangelización y todos estamos llamados a estar en esa mi­sión, somos sujetos activos, y por lo tanto, cada bautizado debe sentirse comprometido en el cambio ecle­sial y social que se necesite para la Iglesia en el futuro.

Por tanto, la experiencia y el esti­lo de caminar juntos, nos remite a Jesús que se presenta como “El Ca­mino”, por eso en un principio a los seguidores de Jesús se les llamaba “discípulos del camino” (Hch 9,2 – 22,4 – 24,14).

Como discípulos del camino, hoy nos corresponde hacer nuestros los ideales del Señor, y comportarnos de tal forma que nuestras acciones expresen con claridad el significado de la sinodalidad.

A continuación, destacamos algu­nas de esas actitudes necesarias para que la Iglesia sea cada vez más sinodal:

  1. Ser sinodal requiere dedicar tiempo para compartir: Estamos invitados a hablar con arrojo, de­cirlo todo con valen­tía y respeto, no guar­dar o callar aquello que pudiera establecer un verdade­ro diálogo en nuestros grupos sobre las realidades que vivimos.
  2. La humildad en la escucha debe corresponder a la valentía en el hablar: Todos tienen derecho a ser escucha­dos, así como todos tienen derecho a hablar. Una verdadera escucha ac­tiva pasa por la aceptación del otro, entender que todos formamos parte del Pueblo de Dios y que cada una de las vivencias y experiencias y formas de vivir nuestra fe, nos for­talecen, nos enriquecen, y son parte del Reino de Dios.
  3. Apertura a la conversión y al cambio: A menudo nos re­sistimos a lo que el Espíritu Santo nos está inspirando para emprender un ver­dadero camino de conversión. Estamos llamados a abandonar actitudes de autocom­placencia y comodi­dad que nos llevan a tomar decisiones ba­sándonos únicamente en cómo se han hecho las cosas en el pasado.
  4. Realizar continuamente ejercicios eclesiales de discernimiento: El discernimiento se basa en la convicción de que Dios actúa en el mundo y que estamos llamados a escuchar lo que el Espíritu nos su­giere.
  5. Ser signos de una Iglesia que escucha y que está en camino: Al escuchar, la Iglesia sigue el ejemplo de Dios que escucha el gri­to de su pueblo.
  6. Deja atrás los prejuicios y los estereotipos: Abandonemos los prejuicios y este­reotipos que nos dividen y separan del otro, necesitado de nuestra cari­dad y fraternidad.
  7. Superar las formas de clericalismo: La Iglesia es el Cuerpo de Cristo enriquecido por diferentes caris­mas, donde cada miembro tiene un rol único que desempeñar. A ima­gen de Cristo, el verdadero poder es el servicio. La sinodalidad pide a los pastores que escuchen atenta­mente al rebaño que se les ha con­fiado, al igual que pide a los laicos que expresen libre y honestamente sus opiniones.
  8. Combatir el virus de la autosuficiencia: Todos estamos en el mismo barco. Juntos formamos el Cuerpo de Cris­to. Aprender unos de otros es una tarea permanente.
  9. Superar las ideologías: Hay que evitar el riesgo de dar más importancia a las ideas que a la Re­velación, y las realidades de la vida de fe que viven las personas en dife­rentes contexto de la sociedad.
  10. Hacer nacer la esperanza: Los sínodos son un momento para soñar y “pasar tiempo con el futu­ro”, animándonos a seguir cami­nando como Iglesia.
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