Cuarto Domingo de Adviento: el anuncio del nacimiento de Jesús hecho a José y a María

Cuando el misterio de la Navidad se nos acerca sólo cabe contemplar el misterio que nos sobrepasa y nos sobrecoge. El Dios que no quiere ser Dios aislado, fuera de nosotros, ni estar por encima de nosotros, sino Dios-con-nosotros. Dios encarnado en la fragilidad y vulnerabilidad de un niño, que nace de una virgen.

María ya ha aceptado la Voluntad de Dios y José es el que se rehúsa a entender esa voluntad, el ángel en sueños lo exhorta a tomar a María por esposa, pues es en ella que se da cumplimiento a lo anunciado por el profeta. La virgen encinta dará al Emmanuel.

María aunque no aparezca con el protagonismo directo en la Palabra de Dios de este domingo, ella es ejemplo de nuestra aceptación de la salvación. Ella en la sencillez y en la discreción del hogar recibe la Buena nueva de Dios, ser Madre del Salvador.

La gran novedad de Dios para traer la salvación está cifrada en una mujer humilde y sencilla que aceptó ser Madre del Hijo de Dios; en medio de su labor doméstica en Nazaret recibe tan gran anuncio y tan gran responsabilidad, habilitando así que lo cotidiano y lo sencillo de la vida de un hogar es espacio ideal para que se geste la salvación de la humanidad. María es modelo para descubrir en lo sencillo, lo extraordinario de la obra de la salvación. Sin apelar, María se hace la “esclava del Señor” y sin condiciones acepta la salvación realizada en su vientre. José, con dificultades al comienzo, acepta y obra en consecuencia para que María y él den la bienvenida al anunciado por los profetas. ¿Y nosotros?… queremos que la Navidad, que ya esta encima, nos toque y Jesús sea para nosotros fuente de salvación, Dios-con-nosotros. María ya lo vive, ella es Madre del Verbo Divino, la virgen encinta va dar a luz. Que ella interceda por nosotros, para aceptar en esta Navidad la salvación que quiere obrar Dios por su Hijo querido en cada uno de nosotros, en nuestros hogares y en nuestra Patria.

Cuarta Vela de Adviento

Hoy, cuando miremos la corona de Adviento con sus cuatro velas encendidas, notaremos que brilla más… que tiene más luz que las semanas anteriores… y es que según hemos ido avanzando durante este tiempo de Adviento, las tinieblas se han ido disipando para darle paso a la Luz verdadera que está por llegar…

Es la misma experiencia que tuvieron los Magos de Oriente y los pastores… según la estrella se aproximaba al Pesebre, brillaba con más fuerza, con más intensidad… señalando que el Mesías estaba por nacer… que la Luz iba a entrar al mundo…

A unos días de Navidad… pidámosle a Dios la gracia de abrir nuestros corazones y dejarnos alumbrar por la Luz que viene de lo alto… para que con María y José, los ángeles, los Magos y los pastores… entonemos todos juntos un canto de alabanza a nuestro Dios…

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