Adviento 2023

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Dinámica de adviento por días:

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“¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Sl 116, 12

Foto: Centro de Comunicaciones de la Diócesis de Cúcuta

Haciendo mención de esta frase de los salmos, Monseñor Óscar Urbina Ortega, Arzobispo Emérito de Villavicencio expresa el agradecimiento al Señor por su 50° aniversario de ordenación sacerdotal: “Estas palabras describen los sentimientos que me acompañan esta mañana al dar gracias unido a todos ustedes” afirmó al inicio de la Sagrada Eucaristía. Desde las 10:00 a.m. en la Catedral San José se congregaron los presbíteros y fieles bautizados de esta Iglesia Particular para celebrar la acción de gracias al Señor por todo este tiempo en el que ha podido servir a través de este ministerio. Quien un día fue Obispo de esta Diócesis de Cúcuta, celebró un año más de aniversario sacerdotal, recordando a muchas personas, muchos acontecimientos que se dieron en 8 años de servicio en la fe y en esta zona de frontera.

El camino recorrido por monseñor Óscar, ha sido ejemplar, su vocación y dedicación inquebrantable han dejado una profunda huella en la vida de miles de fieles que han tenido el privilegio de ser guiados por su sabiduría y cariño. Monseñor óscar, recordó durante su homilía “tuve un encuentro personal con San Pablo VI en la parroquia de Santa Cecilia en Bogotá, estaba haciendo discernimiento vocacional después de haber dejado la comunidad de padres redentoristas” y continuó relatando este gran momento que marcó el inicio de su vocación “la mirada del nuevo Pedro, Pablo VI, me penetró y esa misma tarde le expresé al padre «siento que el Señor me llama a ser sacerdote»”.

Ha sido reconocido y admirado no solo por su liderazgo espiritual, sino también por ser el fundador de la Emisora Vox Dei. Su compromiso con la justicia social y su empeño por mejorar las condiciones de vida de los más desfavorecidos han sido una inspiración para toda la comunidad.

Todo su caminar estuvo guiado por el llamado que sintió del Señor, se esforzó por día a día descubrir su vocación como sacerdote y como obispo “cada vocación es única y cada uno debe encontrar su camino y el secreto es la libertad dócil, audaz y confiada como María al Espíritu Santo” mencionó el Arzobispo.

Concluyendo con la homilía, Monseñor Óscar Urbina le dijo a su comunidad que el Señor llama a servirle constantemente en cualquiera de los campos y expresó estar muy agradecido por la compañía de cada laico y de principalmente de su núcleo familiar, en ese momento afirmó: “el Señor me regaló una familia creyente, trabajadora en la que cada jueves santo en la parroquia de la Santísima Trinidad, presididos por papá Juan de Dios, que encendía un cirio delante del Altísimo y pedía un hijo sacerdote”. y con gran sentimiento recordó un momento de la vida de su difunto padre.

Monseñor, en este periodo de su vida, después de haber recibido su renuncia por edad, decidió residir en este Diócesis, en la que con la venia del Obispo titular: Monseñor José Libardo, contribuye en algunos frentes con la pastoral, y la vida espiritual de esta Iglesia Particular de Cúcuta.

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Fue inaugurada la segunda sede de la panadería y cafetería Las Delicias de ‘La Niña María’

Fotos: Centro de Comunicaciones de la Diócesis de Cúcuta

Con el firme propósito de continuar brindando apoyo a niños, niñas y madres en situación vulnerable de San José de Cúcuta, la Fundación Asilo Andresen inauguró el jueves 30 de noviembre, la segunda sede de la cafetería y panadería «Las Delicias de la Niña María». Después que esta Iglesia Particular de Cúcuta, afrontara el fenómeno de la migración, con las distintas obras de caridad, para asistir a estos hermanos nuestros, dio un segundo paso, que ha consistido en ofrecer formación a quienes llegan del vecino país y desean quedarse de forma legal en Colombia, a través de varios programas, entre ellos, los cursos de panadería, repostería y cocina que ofrece la Fundación Asilo Andresen, para que puedan emprender e iniciar sus propios negocios y conseguir sus sustento cotidiano. La materialización de este proyecto, se dio con la primera sede de la panadería, que ofrece los productos de los aprendices al público y que está ubicada en la calle 18 con avenida 3 del centro de la ciudad. Fue inaugurada el 2 de julio del año 2022.

La inauguración de la segunda sede de la Cafetería y Panadería «Las Delicias de la Niña María», ubicada en la calle 11 entre # 1 – 26 en el centro de la ciudad, se dio porque la acogida de los productos entre los cucuteños ha sido grandiosa, y también porque aumentaron los aprendices, por lo tanto, la producción, y se hacía necesario tener otro lugar para comercializar los productos. Además, porque en la segunda sede se empieza a ofrecer, como novedad, desayunos y almuerzos, para que quienes se forman en la Fundación puedan adquirir una vasta experiencia en cocina integral.

Todo este proceso, tiene una particularidad y es que desde que se abrió el primer local, el producido de cada día, se destinó para hacer la caridad; es decir, que se reinvierte en la misma Fundación, de manera que cada mes se pueda ampliar el cupo para el cuidado de los niños o de las personas que se deseen formar allí. Al abrir el segundo local, esta condición se mantiene, de manera que, con la ayuda de muchas personas, la caridad siga creciendo.

La bendición del segundo local, fue impartida por Monseñor José Libardo Garcés Monsalve, Obispo de la Diócesis de Cúcuta, quien en sus palabras a los asistentes mencionó que “si bien no podemos cambiar todos los problemas que vive la ciudad, esta Iglesia Particular aporta un granito de arena desde esta labor”. Además, agradeció el trabajo que ha realizado la Fundación Asilo Andresen, porque han brindado un espacio seguro y de gran acogida para los niños “muchas mamás se van a hacer un curso de 3 o 4 meses y no tienen quién les cuide a los niños y allí formamos a las mamás y los cuidamos” afirmó.

Asimismo, antes de cortar la cinta inaugural, dijo a todos los presentes: “no tenemos que compartir nuestra vida, la tenemos que entregar toda. Cada uno de nosotros no debe transformar el mundo, pero debemos entregar como aquel buen joven, nuestros 5 panes y 2 peces. Es decir, aquello que Dios nos ha dado”.

De otra parte, el director del Asilo Andresen, el padre José Elver Rojas Herrera, expresó agradecimientos “al Banco Diocesano de Alimentos, ellos hacen posible el alimento para cada uno de los niños; a los sacerdotes, que también contribuyen en esta causa, Dios les pague por tanta bondad” y también agradeció a la Familia Urbina, GIZ (agencia cooperación alemana), los estudiantes y profesoras del Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA), al equipo de trabajo Medios de Vida y a su coordinadora Martha; a Super Giros, Arte Impreso, Cafeterías Toffe, restaurantes del Grupo K, y a la floristería Motivos.; asimismo, a cada una de las personas que con su gran generosidad, ayudan esta obra de Dios en beneficio de las madres cabezas de hogar, migrantes y retornadas, y de los niños.

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Jesucristo Rey del universo

Por: Mons. José Libardo Garcés Monsalve, Obispo de la Diócesis de Cúcuta

En este último domingo del Tiempo Ordinario celebramos la Solemnidad de Jesucristo Rey del universo, contemplándolo como el Rey que libra a toda la creación de la esclavitud del pecado y la transforma para llevarla hasta la gloria del Padre. El reinado de Jesús se hace presente desde el servicio más alto que fue el ofrecimiento de sí mismo, como víctima inmaculada y pacificadora en el altar de la Cruz, para llevar a cabo el misterio de la redención humana, estableciendo en el mundo un reinado de verdad y de vida, de santidad y de gracia, de justicia, amor y paz, todo para gloria de Dios y salvación de todo el género humano.

Con esto entendemos que el reinado del Señor es muy distinto a los reinados humanos. Aquí se trata de un reinado desde el servicio, ocupando el último lugar, que en el caso de Jesús es la Cruz y desde allí se hace Rey de toda la humanidad, mostrándose como modelo para ejercer en el mundo el poder, que no tiene que ser para maltratar al prójimo, sino para servirle, sobre todo teniendo una mirada caritativa para con los más pobres y necesitados.

Avanzamos en este mes de noviembre en el desarrollo de nuestro Plan de Evangelización, que tiene como lema: “Caminemos juntos, animando la evangelización” que tiene como meta final que Jesucristo reine en cada uno de los corazones de los bautizados y por el compromiso misionero de todos, sea transmitido a los demás, para que finalmente Jesucristo reine en cada corazón, en cada hogar, en cada comunidad eclesial y también en la sociedad.

El reinado de Jesucristo en el mundo se establece cuando todos los bautizados hagamos realidad la caridad, como un modo de ser del creyente, para renovar a la humanidad y que cada uno pueda reinar desde el servicio. La caridad es la virtud que corona las demás virtudes y es la que nos da la entrada al reino celestial cuando seamos llamados a participar del reinado de Jesucristo en su gloria: “Vengan benditos de mi Padre, tomen posesión del reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber; era un extraño, y me hospedaron; estaba desnudo, y me vistieron; enfermo y me visitaron; en la cárcel, y fueron a verme” (Mt 25, 34 – 36), concluyendo que la caridad abre las puertas del Reino de Dios.

Asistimos a un mundo egoísta e individualista, donde cada uno busca armarse un trono, un reinado sobre las cenizas del hermano, lo importante es la fama, el honor, el prestigio y todo lo que pueda hacer ver al ser humano grande y victorioso, buscando conseguir todo esto, sin importar los medios y sin medir consecuencias cuando se pisotea la dignidad de los demás. Frente a ese panorama el Evangelio nos plantea la propuesta de la caridad como una manera de reinar desde los valores del Reino de Dios, teniendo a Jesucristo como Rey de nuestra vida y de nuestra historia. Es el servicio al otro que sufre sin preguntar por su identidad política, social o religiosa. Así lo enseña el Papa Francisco en Fratelli Tutti: “La propuesta es la de hacerse presentes ante el que necesita ayuda, sin importar si es parte del propio círculo de pertenencia” (FT 80), invitándonos a todos a hacernos prójimos y a “dejar de lado toda diferencia y, ante el sufrimiento, volvernos cercanos a cualquiera” (FT 80), sólo así se establece un reinado nuevo en el mundo, que ayude a levantar a los otros sin pisotearlos y destruirlos.

De esta manera entendemos que el cristiano tiene vocación para reinar con Jesucristo desde la caridad, que pone al ser humano en unión íntima con Dios, que lo mueve desde dentro a ser un instrumento en sus manos para realizar su obra con los que están caídos. La caridad nace de un cristiano contemplativo, que se pone de rodillas frente al Señor y allí encuentra la motivación más profunda para volverse rey con Jesucristo para servir a todos. El Papa Francisco expresa esta verdad cuando afirma: “La altura espiritual de una vida humana está marcada por el amor, que es ‘el criterio para la decisión definitiva sobre la valoración positiva o negativa de la vida humana’” (FT 92), concluyendo que la caridad es posible en un cristiano que se relaciona con Dios a través de la oración y que se mantiene en la gracia y en la paz del Señor y solamente esto es lo que hace visible el reinado de Cristo y desde Jesucristo el reinado de cada uno en el cielo.

En todos los ambientes sociales queremos la paz y hacemos cálculos humanos para tenerla, llegando a convertirla en un negocio mezquino, olvidando que la paz es un don de Dios que brota de la caridad y desde la caridad se puede lograr que el corazón del hombre se transforme y transforme la sociedad, ya que “la caridad, con su dinamismo universal, puede construir un mundo nuevo, porque no es un sentimiento estéril, sino la mejor manera de lograr caminos eficaces de desarrollo para todos” (FT 183), de tal manera que la caridad no es solamente el centro de todas las virtudes, sino que es también “el corazón de toda vida social sana y abierta” (FT 184), que ayuda a instaurar el reino de Jesús en el mundo.

Como creyentes en Jesucristo Rey del universo tenemos la misión de ser reflejo del reinado de Cristo en el mundo, cumpliendo el mandato misionero que será posible si nos abrimos a la gracia que nos trae Jesucristo Rey para hacernos hombres nuevos en Él, construyendo el Reino de Dios en este mundo, desde la caridad, para llegar un día a participar de la gloria de Dios en plenitud con Jesucristo Rey. Que la Santísima Virgen María, madre de la Esperanza y el glorioso patriarca San José, custodio de nuestra vida, alcancen del Señor la gracia de ejercer la caridad para que “Caminemos juntos, con Jesucristo Rey del Universo”. En unión de oraciones. Reciban mi bendición.

Nuevos ministros en la Diócesis de Cúcuta

Foto: Centro de Comunicaciones de la Diócesis de Cúcuta

El pasado 25 de noviembre, en horas de la mañana se celebró en la Catedral San José de Cúcuta, la ordenación presbiteral de Rafael Darío Aparicio Rubio, y la ordenación diaconal de Fabio Enrique Durán Pinto. El primero, originario del municipio de Gramalote y que en entrevista con el Periódico La Verdad, compartía que “el sacerdote debe ser el hombre de la memoria, aquel que recuerda a hombres y mujeres de carne y hueso que sus vidas se fundan en una donación gratuita y que se vocación última es aprender también a ser don para los otros”. Y el segundo, que vio desde el testimonio de su familia al servicio de la pastoral parroquial, la semilla que le llevaría a consagrarse al Señor.

La Eucaristía fue presidida por Monseñor José Libardo Garcés Monsalve, Obispo de la Diócesis de Cúcuta y concelebrada por Monseñor Óscar Urbina Ortega, Arzobispo Emérito de Villavicencio, y en compañía del clero de la Diócesis, seminaristas, religiosos, religiosas, diáconos y fieles bautizados. El Obispo inició su homilía diciendo a los candidatos a las órdenes sagradas que “un ministro servidor del Señor y la comunidad tiene su puesto en la cruz, junto al crucificado y de allí nace su compromiso sacerdotal” y continuó afirmando que “para que todos aprendamos a vivir en la misión que el Señor nos ha dado a cada uno, es necesario que nosotros los consagrados nos pongamos del lado del más necesitado”.

Monseñor José Libardo también destacó la condición de caridad, servicio y entrega desinteresada que debe enmarcar cualquiera de los ministerios que se ejercen en la Iglesia Católica, como seguimiento de Jesús, “Que no vino a ser servido sino a servir”; y que “el buen pastor da la vida por las ovejas, es un servidor que no busca llenarse de cosas al costo del ministerio sacerdotal y le preocupa la vida del fiel de su comunidad que está perdido o alejado de Dios”.

Estos jóvenes son fruto de un largo proceso de formación en el Seminario Mayor San José Cúcuta, que por más de 37 años ha dado fruto abundante, formando a los pastores que la Iglesia de Jesucristo necesita para esta zona de frontera. Que la oración por las vocaciones y la ayuda generosa de todos los bautizados de esta Iglesia diocesana, sigan contribuyendo a tener más ministros al servicio del anuncio del Evangelio.

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A sus 71 años de edad, vivió la pascua eterna el padre Alberto Echeverri

Fotos: Centro de Comunicaciones de la Diócesis de Cúcuta

“En el sacerdocio tenemos la certeza de que somos elegidos por Dios Padre y enviados por la Iglesia a ser Cristo en medio de la comunidad”, estas palabras, fueron expresadas por el señor Obispo de la Diócesis de Cúcuta, Monseñor José Libardo Garcés Monsalve, durante su homilía, en las exequias del padre Alberto Echeverri Rodríguez, queriendo evidenciar la grandeza del sacerdocio, pero también cada una de sus misiones, a los bautizados de la Iglesia Particular de Cúcuta, que asistieron a la Catedral para despedir al padre Alberto. Continuó diciendo Monseñor que como una de las convicciones grandes que deben tener los presbíteros al desempeñar su servicio y entrega por la comunidad debe ser la predicación de la Palabra de Dios “el primer y más importante acto de caridad es llevar la Palabra de Dios en su ministerio sacerdotal, a través del Evangelio”, realidad que en el padre Echeverri, sus comunidades descubrieron al recibir sus predicaciones llenas de gran contenido y sabiduría.

El presbítero Alberto Echeverri, nació el 30 de julio de 1952 en Pácora, Caldas; fue fruto del hogar de José Echeverri Giraldo y Margarita Rodríguez Londoño quienes tuvieron 7 hijos más. Realizó sus estudios de primaria en la Escuela Marco Fidel Suarez, y la secundaria en la Unidad Educativa San Marcos, en Envigado. Sintió el llamado del Señor y se preparó para ello en el Seminario Cristo Sacerdote, de La Ceja, Antioquia, para dedicar su vida al anuncio del Evangelio, siendo ordenado el 1 de noviembre de 1979, pasando a formar parte de la asociación de sacerdotes “Regina Apostolorum”.

Arribó a tierras Norte santandereanas en el año de 1980, recibiendo del encargo de vicario parroquial hasta el año 1983. Después que se anunciara la disolución de la asociación de sacerdotes a la que pertenecía, decide quedarse en esta jurisdicción eclesiástica, incardinándose al clero de Cúcuta.

Ya radicado en esta zona del país y bajo la guía espiritual del Obispo diocesano, sirvió pastoral y espiritualmente como párroco en las comunidades de San Antonio de Padua en El Zulia (1985 – 1986); Catedral San José (vicario parroquial, 1987) y Nuestra Señora de la Candelaria (1988 – 1989). Posteriormente fue enviado a Roma a estudiar teología dogmática, en la Universidad Gregoriana, donde estuvo entre los años de 1989 a 1991, para que a su regreso sirviera en el Seminario Mayor Diocesano San José, misión que desempeñó en los años de 1991 a 1993 como formador interno.

Tiempo después fue llamado a servir como párroco en la comunidad de San Martín del municipio de Sardinata, entre los años de 1994 a 1998; luego fue párroco de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, en el barrio El Contento de Cúcuta desde 1999 a 2005, y párroco de Nuestra Señora del Rosario en el municipio histórico, entre los años 2005 a 2013. Ese mismo año se traslada a pastorear la comunidad de San Juan Bautista en el barrio Guaimaral, y luego, la parroquia Inmaculado Corazón de María en el año 2020. Sus últimos días transcurrieron en la parroquia San Pío X, donde estuvo sirviendo como adscrito.

Durante su fructuoso ministerio, siempre asistió como formador externo al Seminario Mayor, dando las cátedras de teología dogmática a varias generaciones de sacerdotes de esta Iglesia Particular; además hizo parte del consejo presbiteral, del colegio de consultores, defensor del vínculo en el tribunal eclesiástico diocesano y asiduamente escribía para el Periódico La verdad, artículos de doctrina cristiana que eran muy bien recibidos por los lectores.

Este mes de noviembre, exactamente el día primero, cumplió 44 años de ministerio sacerdotal, en los que enseñó de manera clara la disciplina teológica; anunció con ímpetu el mensaje de salvación contenido en el Evangelio, trabajó pastoralmente en los procesos de evangelización de la Diócesis y desgastó su vida por acercar a las almas que le fueron confiadas al Señor.

Años atrás, había presentado, en varias ocasiones, algunas complicaciones cardiacas que le llevaron a ejercer gran cuidado en sus labores cotidianas; sin embargo, seguía entregando su fuerza y sabiduría desde el ministerio sacerdotal que el Señor le había participado. Hacia el presente mes, nuevamente tuvo que ser internado en la Clínica San José de la ciudad de Cúcuta, en la Unidad de Cuidados Intensivos, intubado para favorecer su recuperación, pero lamentablemente 15 días después fue llamado a la Casa del Padre, a sus 71 años de edad, a gozar de la visión beatifica de Dios, tema que enseñó durante muchos años en el Seminario Mayor de Cúcuta.

Sus exequias se celebraron en la Catedral San José, el día 22 de noviembre. Allí en la Eucaristía, presidida por Monseñor José Libardo Garcés Monsalve, concelebrada por monseñor Oscar Urbina Ortega, arzobispo emérito de Villavicencio, por el clero diocesano y con gran asistencia de los fieles que en vida le conocieron en sus distintos servicios pastorales, se pidió al Padre Misericordioso por el eterno descanso del padre Alberto. El Obispo de esta Iglesia Particular junto a los sacerdotes, seminaristas, diáconos, religiosos y fieles bautizados, también expresaron sus más sentidas condolencias a los familiares y amigos, pidiendo a Nuestro Señor Jesucristo por intercesión de la Santísima Virgen María y San José, que les fortalezca en estos momentos.

Se recordará al padre Alberto como un gran sacerdote que indudablemente aportó mucho a la Iglesia Particular de Cúcuta y a pesar del dolor por su partida, como lo afirmó monseñor José Libardo, “La muerte es historia de salvación, porque está unida al crucificado”.

Que el Señor, Dueño de la Vida, le conceda el descanso eterno a este servidor en Cristo Jesús, Alberto Echeverri Rodríguez, presbítero.

 (30 de julio de 1952 – 20 de noviembre de 2023)

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El Samaritano se acercó y curó las heridas

Por: Mons. José Libardo Garcés Monsalve, Obispo de la Diócesis de Cúcuta

Nos disponemos para la Jornada Mundial de los Pobres el próximo domingo, con el propósito que todos los bautizados seamos más sensibles a las necesidades de los más vulnerables de la sociedad. No se trata de hacer el bien solamente un domingo al año, es una jornada para tomar conciencia que la caridad cristiana debe ser el modo habitual como el cristiano vive su fe. El fruto maduro de la fe y la esperanza es la caridad, que constituye la corona de todas las virtudes y es a la vez la puerta de entrada a la gloria de Dios. “Vengan benditos de mi Padre, tomen posesión del reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber; era un extraño, y me hospedaron; estaba desnudo, y me vistieron; enfermo y me visitaron; en la cárcel, y fueron a verme” (Mt 25, 34-36).

La caridad permite ver cercano al prójimo y hacerse uno con él en su necesidad espiritual y material y todo por amor a Dios, sabiendo que para obtener la vida eterna está escrito en la Palabra: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo” (Lc 10, 27), estando en estos mandamientos todo lo que se ha de hacer para llegar a la salvación eterna.

En la parábola del buen samaritano del Evangelio un experto de la ley interroga a Jesús sobre quien es el prójimo y Jesús responde diciendo que el prójimo es aquel que está caído en el camino y quien obra correctamente desde la caridad; es el samaritano quien no dio rodeos cuando vio a su hermano herido en medio del camino, sino que se acercó, sintió lástima y le vendó las heridas cuidando de él (Cfr Lc, 10, 30 – 36), diciendo con esto que ese herido del camino le pertenece a todo cristiano que tiene como virtud esencial ejercer la caridad con los más vulnerables y necesitados de la sociedad.

El desarrollo de nuestro Plan de Evangelización tiene como lema para este mes: “Caminemos juntos, animando la evangelización” que es el anuncio de Jesucristo para que habite en el corazón de cada creyente y que tendrá como manera de ser del cristiano evangelizado el ejercicio de la caridad. Es posible transformar el mundo si hacemos de la caridad el programa de vida del evangelizado.

Vivimos en un mundo globalizado, pero a la vez individualista y egoísta, que busca resolver todos sus conflictos estando por encima del otro, no importa si cada uno se construye un trono sobre las cenizas de los demás, lo importante para el ser humano de hoy es el trono, el pedestal, sin importar los medios para conseguirlo. Frente a este panorama desolador para la humanidad, la propuesta de Jesús en la parábola del buen samaritano, es un grito de esperanza, porque donde hay una persona buena hay esperanza, donde existe un buen samaritano que se acerca y cura las heridas de otro, allí no hay desolación, ni destrucción y estamos en medio de muchos samaritanos que en el camino se acercan y curan heridas de las más desvalidos.

El llamado para todos es que seamos los samaritanos de este momento, a pesar de la destrucción del otro, por la que pasa el ser humano individualista y egoísta. El Evangelio de la caridad sigue siendo la propuesta para transformar este mundo, haciendo presente a Jesucristo que nos propone el camino para vivir como hermanos y para ayudarnos como prójimos. El Papa Francisco al reflexionar sobre la realidad del necesitado expresa: “Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón” (FT 56).

Este llamado del Papa Francisco nos ubica en la realidad humana que hay que fortalecer y enaltecer desde la apertura al otro, para sanarle sus heridas. En el camino encontramos muchos heridos física y espiritualmente, que necesitan un samaritano, un prójimo que se agache, sane y cuide heridas. El Evangelio de la caridad nos ayuda a descubrir esa potencia de amor que existe en cada corazón, porque hace parte de su ser abrirse a los otros. “Un ser humano está hecho de tal manera que no se realiza, no se desarrolla ni puede encontrar su plenitud, si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás. Ni siquiera llega a reconocer a fondo su verdad si no es en el encuentro con los otros: sólo me comunico realmente conmigo mismo en la medida en que me comunico con el otro. Esto explica por qué nadie puede experimentar el valor de vivir sin rostros concretos a quienes amar” (Fratelli Tutti 87).

Con este itinerario que hemos realizado en torno a la Jornada Mundial de los Pobres, entendemos que la caridad va mucho más allá de una jornada en la que servimos a los más necesitados; la caridad es el sello del cristiano y debe estar todo el tiempo en su corazón. La caridad es la manera de ser del cristiano, que en el camino de la vida se agacha a sanar las heridas de quien está caído. “Caminemos juntos, haciendo la caridad” construyendo juntos un mundo nuevo y mejor desde la caridad, que es el amor de Dios que se hace presencia a través de cada uno de los cristianos. Que la Santísima Virgen María, madre de la Caridad y el glorioso patriarca San José custodien la fe y esperanza en nosotros, para que por la gracia de Dios produzcamos el fruto maduro de la caridad y así “Caminemos juntos, sanando las heridas del prójimo”.

En unión de oraciones. Reciban mi bendición.

Año 2024 «Él les preguntó: “Y ustedes, ¿Quién dicen que soy yo?” Pedro le contestó: “Tu eres el Cristo”» (Mc 8, 29)

El Pueblo de Dios de la Diócesis de Cúcuta, se propone profundizar, en el proceso de evangelización, una experiencia de encuentro con Jesucristo como primer paso, con el fin de acercarse a Él para establecer con Él y entre todos los bautizados y gente de buena voluntad, nuevas relaciones que permitan crecer en la conversión y la fe a través de experiencias y acciones significativas, articuladas y permanentes, estableciendo estructuras para tal fin.

Este encuentro con Cristo debe transformar nuestra vida: “Cuando Cristo se cruza en la vida de una persona, sacude su conciencia y lee en su corazón, como sucede con la samaritana, a la que dice “todo cuanto ha hecho” (cf. Jn4, 29). Sobre todo, suscita el arrepentimiento y el amor, como en el caso de Zaqueo, que da la mitad de sus bienes a los pobres y devuelve el cuádruplo de lo que había defraudado (cf. Lc 19, 8). Así acontece también a la pecadora arrepentida, a la que se le perdonan los pecados “porque ha amado mucho” (Lc7, 47) y a la adúltera, a la que no juzga sino exhorta a llevar una nueva vida alejada del pecado (cf. Jn 8, 11). El encuentro con Jesús es como una regeneración: Da origen a la nueva criatura, capaz de un verdadero culto, que consiste en adorar al Padre “en espíritu y en verdad” (Jn 4, 23-24)” (JP II aud. General 9 ago. 2000).

Meta 2024

Al finalizar el año 2024 la Diócesis de Cúcuta, ha realizado un proceso de misión permanente propiciando el encuentro con Jesucristo desde la Palabra, en la consolidación de cada una de sus estructuras pastorales, propias de este paso, a través de un anuncio kerigmático de iniciación cristiana y guiados por el proceso de evangelización de nuestra Iglesia Particular.

Diciembre: Tú eres el Cristo, ven no tardes tanto, Lc 2,11

Lc 2, 11: Hoy les ha nacido en el pueblo de David un salvador, que es el Mesías, el Señor.

La Navidad se presenta como un acontecimiento salvífico que fortalece la fe y el camino del creyente hacia una nueva conversión. Ven no tardes tanto es el deseo de una humanidad golpeada por las enemistades y las discordias que busca la construcción de un mundo nuevo, un nacimiento que nos da esperanza. Por tal motivo en el contexto de la Navidad en cada parroquia se fortalece la pastoral infantil a través del rostro del Niño de Belén.

Crecimiento pastoral: Pastoral Infantil.

Enero: Tú eres el Cristo, Danos nueva vida 2 Cor. 5,17

2 Cor 5, 17: Por tanto, el que está en Cristo, es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es nuevo.

La Navidad termina con la fiesta del Bautismo del Señor, el comienzo de su vida pública, así todos los bautizados en la Diócesis de Cúcuta están llamados a tomar conciencia de su bautismo para fortalecer su espiritualidad cristiana a los pies del Maestro.

Crecimiento pastoral: Espiritualidad del plan pastoral.

Febrero: Tú eres el Cristo, Ilumínanos Señor Is 60,1

Is 60, 1: Levántate, Jerusalén, envuelta en resplandor, porque ha llegado tu luz y la gloria del Señor brilla sobre ti.

El comienzo de la acción pastoral en cada comunidad parroquial está marcada por la fiesta de la presentación del Señor; la inducción a los catequistas llevará a fortalecer en cada comunidad esta dimensión de la formación en la fe. Ilumínanos Señor es el clamor de Simeón por la Luz que es presentada a todas las naciones: Cristo el Señor.

Crecimiento pastoral: La pastoral de catequesis.

Marzo: Tú eres el Cristo, fortalece nuestra fe Mt 1,18-25

Mt 1, 24: Cuando José despertó, hizo lo que el ángel del Señor le había ordenado, y tomó a María por esposa.

El Tiempo de la Cuaresma es un camino de fe que suscita la conversión. El 2024 estará guiado desde la fe, a través de la experiencia del Patriarca San José, a quién la Providencia Divina lo llama a una misión concreta y el se levanta y hace todo cuanto el Señor le había mandado.

Crecimiento pastoral: Pastoral litúrgica.

Abril: Tú eres el Cristo, apaciéntanos Señor. Jn 21,17

Jn 21, 17: Por tercera vez le preguntó: Simón, hijo de Juan, ¿me quieres? Pedro, entristecido porque Jesús le preguntaba por tercera vez si le quería, le contestó: Señor, tú lo sabes todo: tú sabes que te quiero. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas.

Dios sigue llamando obreros a su mies. Abril será el mes de profesar nuestra fe en Cristo con un corazón consagrado a Él, testimonio que ayudará a que el Señor envíe más obreros a su mies.

Crecimiento pastoral: Pastoral vocacional, pastoral de la vida consagrada pastoral sacerdotal.

Mayo: Tú eres el Cristo, Hágase tu Voluntad. Jn 2,1-12

Jn 2, 5: Hagan lo que él les diga.

Seguir los pasos de María nos llevará indudablemente a encontrarnos con su Hijo, ella siempre solícita a nuestras necesidades intercede por todos sus hijos que peregrinan en la Diócesis de Cúcuta y nos invita a hacer lo que Él nos manda. Es un mes lleno de celebraciones en torno a la ternura de la Madre y maestra. La pastoral educativa y del comercio encuentran en ella una inspiración a hacer siempre el bien.

Crecimiento pastoral: Pastoral educativa y del comercio.

Junio: Tú eres el Cristo, en ti confío. Sal 33,20-22

Sal 33, 20-22: Nosotros confiamos en el Señor; ¡él nos ayuda y nos protege! Nuestro corazón se alegra en el Señor; confiamos plenamente en su santo nombre. ¡Que tu amor, Señor, nos acompañe, ¡tal como esperamos de ti!

En torno al Sagrado Corazón, la Diócesis de Cúcuta hace su profesión de fe para vivir un espacio de reflexión y crecimiento en la fe desde el seno de las familias, allí se tejen las más íntimas relaciones capaces de transformar el mundo.

Crecimiento pastoral: Pastoral familiar y pastoral del adulto mayor.

Julio: Tú eres el Cristo, enséñanos a servir 1 Pd 4,10

1 Tm 4, 12: Que cada uno ponga al servicio de los demás el carisma que ha recibido, y de este modo serán buenos administradores de los diversos dones de Dios.

El servicio es una manifestación de amor, durante el mes de julio, la Diócesis de Cúcuta, en este camino de conversión personal y comunitario está llamada a dar una mirada a los jóvenes y a los adultos mayores, cerrando con la fe la esperanza y la caridad la brecha generacional y construyendo relaciones que nos orienten en nuestro caminar.

Crecimiento pastoral: Pastoral juvenil y pastoral universitaria.

Agosto: Tú eres el Cristo, Condúcenos al Padre Jn 14, 8-13

Jn 14, 8-9: Felipe le dijo entonces: Señor, déjanos ver al Padre y con eso nos basta. Jesús le contestó: Felipe, ¿tanto tiempo hace que estoy con ustedes y todavía no me conoces? El que me ve a mí ve al Padre: ¿por qué me pides que les deje ver al Padre?

La celebración de los 68 años de nuestra Iglesia diocesana nos hará unirnos a una sola voz, clamando al Señor: Condúcenos al Padre. La fiesta diocesana en este proceso de evangelización es una ocasión oportuna para afianzar y estrechar los lazos de fraternidad en todos los bautizados de nuestra Iglesia Particular. La expresión: Tú eres el Cristo, en este contexto celebrativo, nos debe animar en el proceso de evangelización para continuar fortaleciendo la experiencia comunitaria del plan pastoral.

Crecimiento pastoral: Pastoral de multitudes.

Septiembre: Tú eres el Cristo, con tu Palabra danos la paz Flp 4,4-7

Flp 4,7: Así Dios les dará su paz, que es más grande que todo cuanto el hombre puede comprender; y esa paz guardará sus corazones y sus pensamientos, porque están unidos a Cristo Jesús.

Las realidades de nuestra Iglesia particular nos animan a generar estrategias de evangelización que respondan a contextos concretos. En septiembre la Iglesia diocesana, vive su profesión de fe en el marco de la Semana por la Paz, además que anima y consuela a través de la escucha atenta de la Palabra de Dios en una nueva realidad diocesana. La Semana del Migrante. Estas realidades que se ven iluminadas por la profesión de fe de un pueblo que camina hacia su liberación.

Crecimiento pastoral: Pastoral social parroquial, pastoral de la movilidad humana y pastoral bíblica.

Octubre: Tu eres el Cristo, envíanos Señor Mt 28,19-20

Vayan, pues, y hagan mis discípulos a todos los habitantes del mundo; bautícenlos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y enséñenles a cumplir todo lo que les he mandado. Y sepan que yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.

El mes del Santo Rosario, es el mes de las misiones, el mes que celebramos a la Iglesia misionera del amor misericordioso del Padre en todos los ámbitos de nuestra acción pastoral. Un camino de madurez en la fe, pasa por la disponibilidad de contar a otros lo que se ha visto y oído, experiencia que marca el mes de octubre desde el corazón de los niños de la infancia misionera hasta el corazón de todos los bautizados en pro de la instauración del Reino de Dios en medio del mundo.

Crecimiento pastoral: Pastoral de la animación misionera y obras Misionales Pontificias.

Noviembre: Tú eres el Cristo, Venga tu Reino Mt 6,9-15

Mt 6, 9-13: Ustedes deben orar así: “Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra, así como se hace en el cielo. Danos hoy el pan que necesitamos. Perdónanos nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a quienes nos han ofendido. Y no nos expongas a la tentación, sino líbranos del maligno.”

Tu eres el Cristo, concluye con una nueva proclamación en el corazón del creyente de la soberanía de Dios. Celebrar la solemnidad de Cristo Rey en el final del año pastoral lleva a que reflexionemos, sobre la necesidad como Iglesia diocesana de vivificar el mundo con el testimonio de una vida cristiana que transforme la sociedad.

Crecimiento pastoral: La Vicaría de Pastoral y todas las estructuras diocesanas y parroquiales que animan la evangelización.

Católico vive tu fe

Por: Pbro. Jesús Alonso Rodríguez Veloza, Vicario parroquial de San Antonio de Padua y colaborador del CCDC

La Iglesia Católica es madre y maestra de la Fe

Lo primero que debemos afirmar, es que la Iglesia Católica profesa la fe en un Dios que es Padre y creador de todo, principio y fin de todas las cosas. Es la primera Persona divina de la Santísima Trinidad; como nos lo describe el Credo, símbolo de nuestra fe. En segundo lugar, la fe en Jesucristo Nuestro Señor, como el Hijo único del Padre, que se encarnó de María la Virgen y se hizo hombre por nuestra salvación., es nuestro Salvador. Y en el Espíritu Santo que es la tercera persona de la Santísima Trinidad, el Espíritu de la promesa (Ga 3, 14; Ef 1, 13).  O como nos lo afirma el credo de Nicea: “Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas”.  Es el Espíritu Santo quien va guiando la Iglesia y a su vez la va santificando en la medida en que dócil a acción de Dios.

Como vemos esta fe trinitaria es la que como católicos estamos llamados a asumir, una fe sólida en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, como base y fundamento de nuestro creer cristiano. Es el Misterio de Dios en sí mismo. Es, pues, la fuente de todos los otros misterios; es la luz que los ilumina. Es la enseñanza más fundamental y esencial en la jerarquía de las verdades de fe. Además, nuestra fe se fundamenta en las enseñanzas de la Palabra de Dios, una Palabra que es viva y eficaz y que estamos llamados a alimentarnos todos los días de ella, orar con la Biblia, alimentarnos cada día de su fuerza y al mismo tiempo, al recibir sus enseñanzas y hacerlas vida, poder progresar en el camino que nos lleva a la santidad.

En la Iglesia están algunas devociones, como lo es a la Virgen María y a los Santos, pues en ellas encontramos un camino para llegar a Jesús, pero Jesús es la única vía, de entrada, al Reino de los cielos; Él como la única puerta que nos da el acceso a la vida eterna. En ese camino de santidad, el católico asume a plenitud las enseñanzas y mandatos de la Iglesia. Como son los siete Sacramentos; en primer lugar, los de Iniciación cristiana que son tres: Bautismo, como puerta de entrada a la vida de la fe, sin el bautismo no hay un camino de fe en la Iglesia. La primera comunión o Eucaristía, como la participación anticipada del Banquete Celestial, unión íntima con Jesús, quien la instituyó en la última cena. Alimento de vida eterna.  La Confirmación que es la efusión plena del Espíritu Santo, es la aceptación consciente de la fe y se convierte el católico en soldado de Cristo, guiado por el Espíritu Santo; seguidamente encontramos dos Sacramentos de sanación que es por una parte la Penitencia o Confesión, el medio a través del cual busco la reconciliación plena con Dios y experimento su perdón y su paz; y por otra en el sacramento de la Santa Unción de los enfermos, en el que, se encuentra un consuelo en el dolor y una paz en el alma al ser también por medio de este sacramento perdonados por Dios. Y por último dos Sacramentos de servicio como son el Orden Sacerdotal y el Matrimonio, son maneras de servir en fidelidad al Señor y que estamos llamados a asumir con mucha seriedad hasta encontrar en ellos una configuración plena con Cristo Servidor.

Por otra parte, la Santa Madre Iglesia Católica tiene unos mandamientos que no han pasado de moda y que estamos llamados a asumir cada día. Son cinco y en primer lugar encontramos: Oír Misa entera todos los domingos y fiestas de guardar; segundo: Confesar los pecados mortales al menos una vez al año, en peligro de muerte, o si se ha de comulgar. Tercero: Comulgar al menos por Pascua de Resurrección. Cuarto: Ayunar y abstenerse de comer carne cuando lo manda la Santa Madre Iglesia. Y el quinto: Ayudar a la Iglesia en sus necesidades.

Los Mandamientos de la Santa Madre Iglesia son las principales obligaciones de un católico respecto de su vida de sacramentos y la estructura eclesial. En un sentido amplio, se puede entender por mandamientos a todas las leyes eclesiásticas; pero en un sentido más estricto y teológico se consideran mandamientos de la Iglesia, aquellos preceptos que obligan a todos los fieles católicos y que fueron dados para mejorar y guardar los divinos. Estos mandamientos no han pasado de moda y son de obligatorio cumplimiento, si de verdad vivo la fe plena dentro de la Iglesia.

Una fe auténtica

Muchos se hacen llamar cristianos católicos, pero no se esfuerzan por vivir a plenitud las verdades de fe, es necesario hacer un llamado a despertar en la fe, que se asuma con seriedad este caminar que nos debe llevar a la configuración plena con Jesucristo nuestro Salvador.

Pero además estamos llamados a caminar juntos, en unidad total con el Santo Padre el Papa Francisco, con nuestro Obispo y cada uno de los sacerdotes que acompañan las distintas comunidades parroquiales, evitando parcializar la fe, aceptando verdades a medias y construyendo caminos personales que inclusive van en desobediencia a lo estipulado por la autoridad de la Iglesia. Hay una corriente de personas, mal intencionadas o mal informadas, que se hacen llamar católicos, pero que no están en comunión ni con el Papa Francisco, ni con el Obispo o inclusive no están en comunión con el párroco; este es un llamado a vivir la espiritualidad de comunión, una Iglesia comunión, participación y misión.  Es el querer del mismo Jesús cuando ora pidiendo esa unidad. “Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.” (Jn 17,21).  Es el deseo del mismo Señor Jesús y que como cristiano católico se está llamado a poner en práctica.

En conclusión, esta Iglesia que es madre y maestra nos hace hermanos en Jesús, nos invita a vivir en comunidad como miembros de una misma familia, pueblo de Dios.   Pero no olvidemos que es también maestra y eso significa que enseña, orienta en un caminar concreto de la fe, y que como sus hijos estamos llamados a ser obedientes y asumir con docilidad sus mandamientos y a ponerlos en práctica, no de una forma parcializada, sino en su totalidad.