Card. Rubén Salazar: “Cúcuta… fue mi primer amor, si es posible decir esto”

Foto: Cortesía

En la capital del país, Bogotá, el abo­gado Narsés Salazar Cuartas y la profesora Josefina Gómez Villoria, concibieron a Rubén Salazar Gómez, quien nació el 22 de septiembre de 1942.

Los juegos que compartía con su hermana María Luz, eran en su mayoría “dar misas”; los regalos que le pedía a su padre no eran los comunes, él quería un altar y una sota­na. El señor Narsés se lo cumplió y de esta manera, sus amigos también participaban de sus “misas” y atendían a sus sermones.

Sintiendo desde niño la vocación sacerdo­tal y un especial llamado de Dios, en 1960 ingresó al Seminario de Ibagué, donde cur­só los estudios secundarios y luego el ciclo filosófico. Fue a Roma y, en la Universi­dad Gregoriana, obtuvo la Licenciatura en Teología; después en el Pontificio Instituto Bíblico, se hizo licenciado en Sagrada Es­critura.

En la Arquidiócesis de Ibagué fue orde­nado sacerdote el 20 de mayo de 1967, de allí en adelante, ocupó numerosos oficios eclesiásticos, como formador, párroco y cargos administrativos, en­tre otros. Durante los años 1987 y 1990 se desempeñó en Bogotá como Director del Departamento de Pasto­ral Social de la Conferencia Episcopal de Colombia y fue miembro del Pontificio Con­sejo Cor Unum y Represen­tante de los países bolivaria­nos en el Consejo Ejecutivo de Caritas Internationalis. Para 1990 regresó a Ibagué como párroco de Nuestra Se­ñora de Chiquinquirá y Vica­rio de Pastoral hasta 1992.

La noticia de que inicia su ministerio episcopal la reci­be en 1992, nombrado como Obispo de la Diócesis de Cúcuta el 11 de febrero, re­cibiendo la consagración el 25 de marzo de ese año. Monseñor Rubén Salazar Gó­mez llegó en una época donde los grupos armados al margen de la ley azotaban al Catatumbo, y a la capital nortesantandera­na llegaban miles de desplazados, aunque fue un tiempo difícil, Monseñor afirma que en ese entonces había “una relativa paz”, comparado con la actualidad.

Después de estar siete años en Cúcuta, Su Santidad, el Papa Juan Pablo II lo nombró el 18 de marzo de 1999, Arzobispo de Ba­rranquilla.

El 3 de julio de 2008, en el marco de la Asamblea número 85 de la Conferencia Episcopal de Colombia, fue nombrado como su presidente para el período 2008- 2011 (siendo reelegido en el año 2011, para desempeñar este cargo hasta el año 2015).

En el año 2010, el 8 de julio, el Papa Be­nedicto XVI lo nombró Arzobispo de la Arquidiócesis de Bogotá, tomando pose­sión de su cargo el 13 de agosto de ese mis­mo año. Para ese entonces tenía 68 años y reemplazaría en el cargo a Monseñor Pedro Rubiano Saénz, quien había presen­tado su renuncia por cumplir con la edad reglamentaria de retiro y quien también fue por un largo periodo (1971-1983), Obispo de la Diócesis de Cúcuta, siendo esta, la casa de grandes pastores.

Fue escogido Primer Vicepre­sidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) para el período 2011-2015.

Más adelante, corría el año 2012 y en octubre, Monseñor Rubén se encontraba en un retiro espi­ritual en Panamá, donde recibió una carta del Vaticano en la que se le anunciaba ser uno de los nuevos Cardenales del Papa. En el quinto consistorio del Ponti­ficado de Benedicto XVI, rea­lizado el 24 de noviembre de 2012, fue creado como Carde­nal Monseñor Rubén Salazar Gómez, a los 70 años de edad. Participó del cónclave que inició el 12 de marzo y terminó el 13 de marzo de 2013, donde se eligió a Jorge Mario Bergoglio (quien escogió llamarse Papa Francisco) como el máximo jerarca de la Iglesia Ca­tólica.

En mayo de 2015 fue elegido como Pre­sidente del CELAM en el período 2015- 2019. El 25 de abril de 2020, el papa Francisco aceptó su renuncia al gobierno pastoral de la Arquidiócesis de Bogotá, la cual había solicitado tres años atrás al cumplir los 75 años, edad indicada para retirarse, pero Su Santidad le pidió per­manecer allí por un tiempo más, ya que lo necesitaba aún en su servicio y su salud se lo permitía.

Su Eminencia, el Cardenal Rubén Salazar Gómez se destaca por su gran experiencia pastoral; su espiritualidad; conocimientos; además del español, domina el italiano, francés, inglés, alemán, latín y griego del nuevo testamento y el hebreo. Un hom­bre defensor de los Derechos Humanos, siempre al pendiente de los asuntos de paz en Colombia. A sus 78 años se enfrentó al reto de evangelizar en medio de una pandemia, a través de los medios de co­municación. Hoy se retira para dedicarle más tiempo a la reflexión y los estudios, así lo contó en entrevista para el periódico La Verdad:

La Verdad: Cardenal Rubén Salazar Gómez, ¿cómo describe este momento de su vida?

Cardenal Rubén Salazar Gómez: Es un momento de gran serenidad y de profundos sentimientos de gratitud al Señor por ha­berme permitido servirlo durante 28 años en el ejercicio del ministerio episcopal.

La Verdad: Cuando presentó su renuncia, el Papa Francisco le pidió seguir en el cargo, ahora que es un hecho, ¿cuál cree que sea el mayor reto para Monse­ñor Luis José Rueda, quien le sucede?

Card.R.S.G.: La Iglesia no tiene un pro­pio programa de acción, sino que es un simple instrumento en las manos del Señor que es quien salva y está presente en medio de nosotros con su amor, su misericordia, su gracia. El reto para él y para todos los Obispos es siempre discernir esa pre­sencia del Señor para que la Iglesia que peregrina en diferentes lugares se pueda poner plenamente al servicio del Señor en su acción salvadora.

La Verdad: De acuerdo a la realidad colom­biana, ¿cuál es el panorama de la Iglesia Católica actualmente?

Card.R.S.G.: La Iglesia en Colombia está llamada a escuchar la voz del Se­ñor, a ser siempre instrumento de paz, de reconciliación, de fraternidad, de so­lidaridad. En estos momentos, Colom­bia necesita más que nunca de esa pre­sencia testimonial de la Iglesia.

La Verdad: La Iglesia mantiene su compromi­so de interceder por la paz, ¿qué cree que falte por hacer?

Card.R.S.G.: La paz es el don de Dios por excelencia. Por esto, la primera ta­rea de la Iglesia es la oración incesante para que el Señor nos conceda la paz. Al mismo tiempo, la paz es tarea humana que nunca se termina. Cada día hay que implorar la paz y construirla especial­mente por medio de la predicación del amor misericordioso de Dios que hace a todos los seres humanos hermanos, lla­mados al amor y a la comunión.

La Verdad: Eminencia, haciendo un repaso por su ministerio, ¿cuál experien­cia recuerda con agrado?

Card.R.S.G.: El Señor me ha concedido la gracia de vivir cada minuto de mi ministerio con inmensa alegría y, por lo tanto, con agrado. Es incontable el número de episodios, de momentos, de experien­cias, si tuviera que descri­birlas.

La Verdad: Para nosotros es grato y un orgu­llo recordar que usted fue nuestro pastor durante siete años, ¿cómo estaba la Diócesis en ese entonces?

Card.R.S.G.: Las circunstancias eran muy diferentes. A pesar de muchos pro­blemas de orden público, se vivía en re­lativa paz. La situación con el correr de los años se ha hecho cada vez más compleja pero la Iglesia ha estado siempre a la altura de su misión para responder siempre con generosidad a lo que el Señor le muestra como su servicio específico en cada momento histórico.

La Verdad: ¿Qué se llevó de Cúcuta?

Card.R.S.G.: Mi ministerio en Cúcuta fueron las primicias de mi servicio sacerdotal. Fue mi primer amor, si es posi­ble decir esto. Por eso, tengo siempre en mi corazón a cada una de las personas, especial­mente a los sacerdotes, que vivieron conmigo esos años. Los recuerdo siempre en su entrega generosa, en su valor para anun­ciar el Evangelio, en su búsqueda since­ra del bien de la sociedad.

La Verdad: Actualmente esta zona de fron­tera es fuertemente golpeada por varias crisis al tiempo, desde el fenó­meno migratorio, que desencadena otras problemáticas más y ahora se suma la pandemia. Como Iglesia hemos paliado muchas necesidades de miles de personas, pero nos queda difícil solucionar tanta adversidad. Como Cardenal, ¿qué mensaje le brinda a este pueblo de la zona de frontera?

Card.R.S.G.: Precisamente, que no pierdan la esperanza. El Señor es quien conduce a su pueblo y el seguir de la historia. Nuestra tarea es discernir esa presencia salvadora y transformadora para que podamos avanzar siempre con alegría en medio de las dificultades que, desde el punto de vista humano, pueden parecer insalvables. Caminar todos los días sabiendo que el Señor va guiándo­nos es tal vez la tarea fundamental.

La Verdad: Eminencia, ahora en su servicio al Señor, ¿a qué se va a dedicar? Ya ha previsto planes de dedicarse a la contemplación; quizá escribir un libro…

Card.R.S.G.: Solo el Señor sabe lo que me tiene deparado. Pero por ahora, la ta­rea es recuperar todo el tiempo posible para la oración, el estudio, la reflexión. Él me irá mostrando su voluntad en cada momento.

Foto: Centro de Comunicaciones Diócesis de Cúcuta

La Verdad: Muchas gracias por dedicarle este tiempo al periódico La Verdad, los lectores y fieles de la Diócesis de Cúcuta, van a estar muy agradecidos por compartirnos un poco de su vida y por sus palabras.

Card.R.S.G.: El periódico La Verdad ha sido siempre un instrumento mara­villoso para la evangelización en esas tierras cucuteñas. El Señor consolide su servicio para que sea siempre luz en las diferentes circunstancias de la historia. Para todos sus lectores un saludo muy cordial y para el señor Obispo y sus di­rectos representantes en la elaboración de La Verdad, mis felicitaciones y mis mejores deseos para que este medio de comunicación contribuya eficazmente a la presencia de la Iglesia en la sociedad. Mil gracias a ustedes.

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